miércoles, 23 de mayo de 2012

El movimiento social de la izquierda


Desde la Logia del Gran Oriente de la Masonería de Francia, la 'discreta' madriguera de todo socialista francés que se precie y de más de un derechista de cualquier latitud, el ya presidente François Hollande pronunció en noviembre pasado un discurso que podría sintetizarse en una sola frase que los social-masones españoles respaldarían con los ojos cerrados: “Las grandes victorias de la izquierda siempre han sido precedidas por un movimiento social”. Dicho así, en fino y con acento francés, lo que dice el gabacho no suena rechazable. "Movimiento social", ¡ahí es na! Pero si se analiza más a fondo el significado de semejante frase, y teniendo en cuenta que Hollande aún no había ganado las elecciones cuando la pronunció, lo que este hombre quiso decir es que la izquierda no puede renunciar jamás a la agit-prop si quiere contar con alguna posibilidad de alcanzar el poder.


Una agit-prop que será disimulada, como ocurre en esa Francia donde el socialismo no ha logrado alcanzar aún la categoría de apátrida y despliega la bandera francesa en sus mítines, o más descarada como sucede en España, cuyo desenfreno callejero y desestabilizador, por momentos orgiásticos en cuanto a la exhibición de banderas republicanas o directamente de la URSS, suele comenzar al minuto siguiente de que la izquierda haya perdido las elecciones, caso de las últimas generales. Tal es el caso, asimismo, de esos dos monaguillos de la izquierda patria —lo de patria es un decir—, que ejemplifican como pocos la propensión a levantar cuantas barricadas sean precisas, solo que los sacos terreros están rellenos no de arena, sino de falsedad y se limitan a dar fe de la agit-prop antedicha. Aunque ustedes ya lo han adivinado, me refiero a Méndez y Toxo.

Por tales motivos, desde que el PP alcanzó la mayoría absoluta, un hecho propiciado con gran ardor por la anti-política del calamitoso y masón Zapatero, los "movimientos sociales" de la izquierda política o sindical, valga la reiteración de tendencias sarmentosas, no han dado el más leve respiro a un Gobierno especialmente infradotado para explicar con claridad que lo que hace es una pura necesidad si es que deseamos sobrevivir como una nación viable o bien pasamos directamente al plan B, que consiste en descuajaringarse en 17 nacioncitas, muchas de las cuales enviarían de inmediato su exceso de mano de obra a Madrid, único territorio de España que navega con distinto rumbo y que posee una presidenta con 'doscojones'.

Claro que esta gente de la agit-prop hubiese preferido cien veces que la Unión Europea nos hubiera intervenido mucho más a las claras y sacándole los colores a Rajoy. De ese modo poseerían al menos un argumento para la queja, aparte de los embustes que usan a diario para machacar al gobierno legítimo surgido de las urnas. Legítimo para los que respetamos la ley, que no para la izquierda, ya que sólo ellos poseen la legitimidad necesaria para gobernar y arruinarnos con talante y diálogo durante varias generaciones. Vamos, lo que el masón Hollande define como: Una gran victoria precedida de un movimiento social.

De ahí que ayer mismo, por trigésimo novena vez, se echaran a la calle en una huelga donde se pide que se eliminen los recortes a la educación para que no desaparezca la calidad en la enseñanza. Calidad inexistente por completo, ¡y lo saben!, puesto que en los informes Pisa ocupamos los peores puestos de la OCDE a pesar de ser uno de los países que más recursos destinan por alumno. Claro que la educación de calidad, aun cuando como tal no existe, es algo que a juicio de los sindicalistas y los de la camiseta verde debe usarse como un banderín de enganche porque el eslogan queda bien y hay mucho pasmarote que se cree esas cosas. Y es que estos social-sindicalistas no son más falsarios porque no es posible serlo.

Eso sí, la pregunta es preceptiva: Además de la ideología social-masónica, ¿qué comparten Hollande y ZP? El entusiasmo por el derroche del erario, destinado a darles cobijo a los amigachos y a crear clientela, y la imprescindible ingeniería social, de ahí que al nuevo monsieur le Président le molen tanto el matrimonio homosexual, la escuela laica o la eutanasia, puntos fuertes de su programa. Sin contar que una de sus primeras decisiones ha sido anunciar que se distanciará de la política de la OTAN en Afganistán, país del que las tropas francesas casi saldrán al modo zapaterino. Se me ponen los pelos de punta al pensar que el mandato de este fulano durará cinco años. ¡Madre del amor hermoso, pobre Europa y pobre Francia! Espero que los franceses aprendan bien la lección, aunque solo sea porque serán cinco años más pobres.

2 comentarios:

  1. Anónimo12:02

    Las mentiras del "Don Digodiego" y toda su corte no le pueden llevar muy lejos y esa presidenta de los dos "cojones" como incendiaria no tiene precio.
    Me gusta la frase de Holande.
    La indignacion del pueblo, ante los despropósitos de...¿los mercados?, ¿los inversores? ¿los banqueros?.... se canalizará.

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    1. ¿La indignación del pueblo? Ya veo que es usted el que interpreta lo que el pueblo debe sentir. ¡Vivir para ver hasta dónde llega la desfachatez de los seguidores de unos políticos que han dejado España como un erial!

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