miércoles, 2 de mayo de 2012

La sombra del exconsejero Fernández planea sobre el futuro de Griñán

Antonio Fernández García, exconsejero de Trabajo de la Junta de Andalucía, enviado a prisión preventiva por la juez que entiende sobre el caso de los Eres fraudulentos, una malversación de caudales públicos estimada en 800 millones de euros.

El presidente saliente-entrante de la Junta de Andalucía tiene dos problemas a cual más serio:

De un lado, deberá afrontar la "alegría de vivir" de sus socios comunistas a la hora de repartir un dinero que no se tiene, como tampoco se tiene ya la posibilidad de entramparse por otras cinco generaciones más. Es la consecuencia de la ley de estabilidad presupuestaria (o algo así) aprobada el mes pasado. Lo que significa que a poco que Montoro se vista por los pies, y desde luego a mí me gustaría saber si es cierto, la Comunidad andaluza acabará intervenida al primer síntoma de derroche. De lo contrario, querrá decir que Griñán ha hecho encaje de bolillos y ha cumplido con el déficit, algo que resultará imperdonable para sus camaradas del puño en alto, que esperan ansiosos el reparto de suculentas tajadas tras largos años de vivir a dieta.



De otro lado, la entrada en prisión del exconsejero de Trabajo, Antonio Fernández García, tiene en un sin vivir continuado a quien (presuntamente) ha venido a ser el máximo responsable de los ERES putrefactos, que son esas multimillonarias partidas de dinero negro, desviadas durante años de todo control y destinadas a favorecer a los amigachos del partido o de los sindicatos amigos. Porque no nos olvidemos que Antonio Fernández procedía del mundo laboralista y mantuvo siempre unas excelentes relaciones con UGT y CC.OO, cooperadores necesarios de tanta malversación del erario como se ha practicado en Andalucía.

Hay quien dice que el tal Fernández no para de recibir mensajes de "cariño" para que no acabe por largar desde la prisión y apunte hacia arriba, salpicando directamente a quien fue su superior. Eso mismo es lo que hizo (apuntar hacia arriba) aquel director general amigo de la cocaína y las francachelas, no quería en absoluto comerse el marrón a solas con su chófer y amigo de salidas nocturnas. Dicen que los de IU, por su parte, presionan a Griñán para que abandone a su suerte al exconsejero, pero otro ex, Chaves, temeroso de quedar igualmente salpicado (y con razón) no para de enviarle mimitos el preso. Y así están las cosas, con un presidente que estos días debate su investidura, si bien, en realidad, lo que de verdad se debate es cuánto tardará en largar el sujeto que se encuentra a la sombra. Una sombra que planea sobre el futuro del mandamás socialista si es que antes los comunistas no le retiran la confianza al ver que faltan gambas. 

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