jueves, 14 de junio de 2012

Un periodista incitando a la violencia


Leo en Público un artículo de opinión de Arturo González que, honestamente, no sé muy bien cómo calificar. Trata el artículo en cuestión sobre las revueltas violentas de los mineros en Asturias y León y, entre otras perlas, nos obsequia González con declaraciones de este cariz: “El Gobierno […] simple y llanamente los ha provocado (a los mineros) y ahora se encuentra con unas huelgas que no puede sofocar como de costumbre con sus viejos métodos de represión. Es lógico, pues, que se tope con la contraviolencia de la legítima defensa frente a la violencia que ha provocado. Que además no es contraviolencia, sino una forma de reclamar la atención mediática y ciudadana […] No les queda otra salida que el pulso y respuesta contra quien te provoca y condena a la miseria. El Estado no puede usar la violencia libérrimamente. No puede, no es tolerable en democracia pacífica […] Los mineros son la dignidad, nuestra dignidad, y el Gobierno es la indignidad nacional. A su indignidad y violencia le están respondiendo con la lucha y la resistencia. Así de claro, es la dignidad frente a la indignidad […] Yo me alegro de que los mineros no se arredren”.

Les ruego que antes de, si es el caso, pulsar “Más información” vean este video sobre los mineros y de paso me dan a mí tiempo para ver cómo explico lo que quiero explicar.


El problema no reside tanto en que este tío y sus compañeros de ideología digan lo que dicen sino en que realmente creen lo que dicen. Cuando usan un lenguaje pervertido, en la mejor tradición nazi o estalinista, para convertir a un gobierno democráticamente elegido en fuente de toda clase de imaginarias violencias –aunque curiosa y extrañamente tan violento gobierno no use “sus viejos métodos de represión”– mientras que los violentos de cohete va, cohete viene simplemente están ejerciendo su “legítima defensa” no están engañando: simplemente están haciendo una declaración de principios. Cuando condenan la inexistente violencia estatal y aplauden, justifican, estimulan y alientan la “legítima defensa” de los verdaderos violentos no están ejerciendo un diabólico ejercicio de cinismo: están mostrándose tal cual son. Cuando pontifican que la violencia “no es tolerable en democracia pacífica” una línea después de haber propugnado todo lo contrario no están siendo contradictorios: están siendo coherentes con su interpretación de democracia y pacifismo, que en su boca no pasan de ser conceptos relativos. 

Estas gentes, en virtud de nadie sabe muy bien qué esotéricas credenciales, creen ser los únicos y auténticos depositarios y guardianes de las sagradas esencias de la democracia. Es más, producto de sus anquilosados esquemas mentales creen que ellos, que sus ideas, son la democracia. El discrepante pasa automáticamente a engrosar las nutridas filas de los anti demócratas, fachas o fascistas. Y, en lógica derivación, es lícito y deseable combatir con cualquier arma a todo aquel anti demócrata que se oponga a sus democráticas ideas. Incluso utilizando la violencia que, al estar al servicio de una causa justa al así haberlo decidido ellos, deja de ser violencia para convertirse no ya en “contra violencia” sino en “legítima defensa”.  Si uno de estos tarados mentales de gatillo fácil que mejor se desenvolverían en Stalingrado en 1942 que en España en 2012 matase a un Guardia Civil –que, por cierto, son humanos y tienen padres e hijos–, ¿seguiría el señor González hablando de legítima defensa? ¿Escribiría el señor González una columna lamentando su muerte o se alegraría porque el homicida no se “hubiese arredrado”? 

El escrito del señor González constituye, ni más ni menos, que un llamamiento en toda regla a la catástrofe. O, digámoslo clara y dolorosamente, a la guerra civil. Si un porcentaje no excesivamente elevado de ciudadanos pusiesen en práctica la teoría del señor González de echarse violentamente al monte para presionar al gobierno de turno, la convivencia pacífica y democrática entre los españoles sería literalmente imposible. Y, por cierto, ya habrán advertido ustedes que la argumentación del señor González es la misma, sustituyendo “mineros” por “vascos”, utilizada por los etarras para justificar sus crímenes: suficiente prueba me parece para avalar todo lo que he expuesto.

6 comentarios:

  1. Es que ese señor, por llamarle de algún modo, es lo que demuestran sus palabras. Un sectario y un totalitario...

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  2. Desgraciadamente, España tardará mucho en recuperarse como consecuencia de contar con una izquierda completamente enloquecida e incapaz de evolucionar. Sus partidarios, como el fulano al que citas en tu artículo, no toleran en absoluto que gobierne la derecha y patalean para justificar cualquier acción contraria al Gobierno. Eso sí, cuando es la izquierda la que manda entonces no dicen ni pío. Pasa así, sobre todo, con los sindicatos de clase, UGT y CC.OO.

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    1. Sólo son demócratas cuando gobiernan los de su cuerda: el gran mal de buena parte de la izquierda española.

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  3. Es lamentable que algunas personas que tienen acceso a los medios de comunicación consigan transmitir estas ideas absolutamente guerracivilistas. No se como se les puede poner en su sitio si nadie sale en ese mismo medio y con la misma audiencia a desenmascararlos. Ya se que segun que medios, y que programas, pero en otras televisiones si seria posible. Quizas muchos periodistas que pinsan justo lo contrario que este personajillo, creen que el mejor desprecio es no hacer aprecio. Craso error, estos siembran el odio y si arraga estamos listos.

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    1. Creo que tiene usted razón: a los violentos, a los totalitarios no se les frena haciéndoles caso omiso.

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