martes, 28 de agosto de 2012

Carta a mi buen amigo catalán (1)



Déjame decirte que desde un punto de vista estrictamente egoísta, o si quieres interesado para que no suene tan mal, a mí me da exactamente lo mismo que Cataluña se independice o no del resto de España. De suceder algo así, no creo que me afecte para nada en lo que me quede de vida, que ya no serán muchos años. Luego mi interés en el asunto es de índole moral y a favor de mis numerosos amigos y parientes que aún residen en tu tierra, quienes a mi juicio serían los mayores perjudicados tras una hipotética independencia catalana bajo un régimen liberticida como el actual, cuya radicalidad iría en aumento. Otra cosa bien distinta sería que la situación fuese a la inversa, es decir, un régimen totalitario en España y una Cataluña que aspira vehementemente a la democracia. Sí, ya sé que tú no lo ves así y tiendes a justificar las reacciones de una 'Cataluña maltratada' a la que España le roba. A mi juicio nada más lejos de ello.

Es más, si supiera que puede suceder una separación como en la época de Pau Claris (te supongo poco informado de lo que ocurrió en esa etapa), lo ideal sería que Cataluña se independizara durante unos años. Así, más de un nacionalista vería lo que vale un peine, aunque solamente fuese porque entre ellos acabarían a dentelladas al no contar ya con un enemigo a quien culpar de todo, o sea, a España. Vamos, que podría dejar el tema aquí y me quedaría tan tranquilo al considerar que ya te habría dado una respuesta, pero en honor a nuestra amistad voy a seguir un poco más. ¡Ah,!, no quiero que se me olvide decirte que yo soy de los convencidos de que la independencia de Cataluña, a buen seguro temporal, sería la única forma de acabar con esa plaga que os envenena la sangre y que conocemos como nacionalismo, una de las peores lacras políticas de nuestro tiempo.

Aclarado el primer punto, paso a comentarte mi impresión sobre esa sensación que según tú "está calando en la calle". Eso sí, recordemos que el adoctrinamiento siempre acaba calando, especialmente cuando a alguien se le promete durante más de 30 años que sencillamente vivirá en la abundancia "porque tú lo vales", sin más. Las últimas encuestas que conozco hablan de que en Cataluña la población está dividida a partes iguales entre los que quieren dejar de ser españoles y los que no. Me refiero a los que se pronuncian, puesto que la gran mayoría pasa del tema y no dice ni pío si se le pregunta. Estoy convencido de que se trata de unas encuestas interesadas y por lo tanto manipuladas. A pesar de la mucha propaganda nacionalista y de su hiperactivismo en favor de separarse de España, yo me inclino a creer que hay más gente que no desea tal independencia. 

Para argumentar lo anterior, me baso en esos referéndums de pacotilla celebrados a lo largo de todo un año en numerosas poblaciones catalanas. Fueron unas consultas que, como mucho y después de dar las máximas facilidades al votante, acabaron por ofrecer un resultado medio del 16% a favor de separarse. Simplemente, resultó ridículo para un pueblo que en 2011, al decir del nacionalismo, ya pedía a gritos y en masa el Estado propio. También me baso en el resultado que se obtuvo en la consulta para aprobar el nuevo Estatuto (asunto bastante más serio), celebrado un poco antes y donde a pesar de que se echó toda la carne en el asador, tanto por el Tripartito como por CiU, no llegó a participar ni el 50% del censo. El Estatuto fue aprobado solamente por el 33% de los catalanes con derecho a voto, un porcentaje que lo hubiese invalidado en cualquier estado democrático del mundo. Claro que en España mandaba por entonces ZP y no quiso saber nada de nada. Es decir, en ambos casos el pueblo ha ido por un lado y la clase política catalana ha ido por otro muy distinto. De la española podríamos decir otro tanto, por supuesto.

4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. La única cura a este mal seria una independencia total y absoluta. Naturalmente siempre que lo quiera una mayoría cualificada, no el 33 por ciento. Seguramente los nacionalistas no querrian celebrar un referendum con garantias de participación y libertad, es decir con unos mínimos exigibles que no fueran la mayoría simple, ni unos cuantos votos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es, Jaime, cualquier referéndum con "unos mínimos exigibles" en mi opinión sería casi definitivo. Claro que haría falta observadores internacionales para evitar el probable pucherazo. Porque estos nacionalistas mienten en todo, como cuando dicen que en Quebec existe también la inmersión lingüísta a fin de justificar la propia, solo que se les olvida decir que allí es totalmente voluntaria y no se coacciona a nadie. Nada de obligatoria y en contra de varias sentencias de tribunales superiores, como ocurre en Cataluña. Por eso hablo a menudo de un régimen totalitario que a través del control de los medios informativos, todos subvencionados generosamente, convierte las elecciones en un paripé tendente a darle cierta apariencia democrática al régimen.

      Eliminar
  2. Nos ponemos en el caso del Sáhara. Marruecos no quiere una consulta hasta que todos aquellos que vivían en el territorio cuando era Español, sea dicho de otro modo, españoles de nacimiento, la palmen. En Cataluña pasa algo parecido, sólo tendrán derecho a voto la mayoría cualificada nazionalista... El resto no es Cataluña...

    Un saludazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Excelente ejemplo. Habrá que ver, no obstante, que llegará primero, si la mayoría cualificada o el hartazgo de los votantes. No olvidemos que los nacionalistas ya han comenzado a cerrar quirófanos mientras mantienen el derroche identitario. Y eso, como el adoctrinamiento, también cala lo suyo.

      Eliminar

Comentarios moderados.