El déficit público del nuevo Estado
catalán
"Una vez consumada la secesión, Cataluña puede optar por emitir su propia
moneda o adoptar el euro como moneda de curso legal. Incluso los
independentistas reconocen que la primera opción llevaría al desastre. El
anuncio de la salida del euro y la adopción de una nueva moneda induciría a
fuertes salidas de capitales y, consiguientemente, a una fuerte devaluación
frente al euro y demás monedas de reserva. Teniendo en cuenta que Cataluña
importaría la mayor parte de sus bienes y servicios de consumo, la devaluación
provocaría un aumento intenso e inmediato del nivel de precios. Para dar un
orden de magnitud, no sería exagerado aventurar que la devaluación y el aumento
inducido del IPC en el primer momento se situarían alrededor del 50%. La fuerte
subida del IPC originaría demandas de subidas salariales, de pensiones y de las
demás rentas para mantener su poder adquisitivo. Por otra parte, el servicio de
la deuda de las familias, empresas y administraciones públicas catalanas
prácticamente se duplicarían en moneda local como consecuencia de la
devaluación. La economía se instalaría en una dinámica de creciente inflación,
presiones devaluatorias y salida de capitales que se realimentaría a sí misma.
Lo habitual en esta situación de salidas de capital e intensa devaluación -en
conjunción con una elevada deuda exterior- es la hiperinflación, ya que el
Banco Central difícilmente resistiría las presiones salariales alcistas y,
sobre todo, del Gobierno para financiarse mediante inflación tanto de los
vencimientos de su deuda como del déficit presupuestario impulsado por la
explosión del servicio de la deuda exterior. Esto significa que la devaluación
no solo no mejoraría la competitividad exterior sino que la deterioraría,
porque el diferencial de inflación entre Cataluña y el resto del mundo sería
mayor que la devaluación nominal.