jueves, 1 de octubre de 2015

Tampoco en mi nombre (427)

Manifestación a favor de las víctimas del terrorismo, completamente olvidadas (y perjudicadas) en la anterior etapa de gobierno socialista. 

Hace pocos días, en una de esas conversaciones intrascendentes que se mantienen en la antesala de un dentista, terminé hablando con una persona conocida sobre el tema de la manifestación de hoy en Madrid (4-6-2005). El asunto no acabó mal porque Dios no quiso, ya que el sujeto en cuestión, orgulloso izquierdista confeso, afirmó de entrada que la manifestación (organizada por la AVT y el PP) era poco menos que ilegal al tener como propósito coartar la actuación legítima del Gobierno. Vamos, que usó la palabra “coartar” como si esa manifestación, en lugar de expresar la opinión de un colectivo mediante el ejercicio de sus derechos constitucionales, persiguiera montar barricadas alrededor del palacio de la Moncloa y apostar en ellas a francotiradores de élite para que ZP no pudiese salir a gobernarnos.


Naturalmente contradije a aquel sujeto, aludí a su falta de espíritu democrático, cité las abundantes manifestaciones anteriores en la época del Nunca Mais y el No a la Guerra, que para él fueron justas y convenientes, y acabé recordándole cómo actuó la izquierda durante el largo período de reflexión de las elecciones generales de 2004. Allí, en la antesala del dentista, se organizó la de Dios es Cristo porque enseguida intervinieron otros dos forofos que le secundaban y que acabaron llamando fascista al expresidente Aznar. Lo cierto es que conseguí evitar mi linchamiento por parte de aquellos “representantes” del pueblo gracias a que la ayudante del dentista citó mi nombre y me pidió que pasara al potro de tortura.

El argumento usado por mi conocido, que no amigo, creo que es bastante representativo de cómo piensa mucha gente en España. Cuando la izquierda se manifiesta, lo hace siempre por una causa noble y altruista, en beneficio del pueblo; cuando es la derecha quien desea expresar sus opiniones en la calle, lo hace para derribar al gobierno legítimo o “coartarle” sus atribuciones. El problema de fondo, porque España tiene un enorme problema del que se derivan todos los demás, es que entre los “pensadores” de la izquierda y los cientos de miles de ciudadanos que les apoyan adictamente existe el más absoluto vacío intelectual que los dirigentes socialistas, porque así les conviene, se empeñan en mantener a través de sus planes educativos.

Por ejemplo, el fulano al que me he venido refiriendo, que carece por completo de fondo político e intelectual, se limita a impartir las cuatro consignas adquiridas en los medios izquierdistas, sobre todo en El País (año 2005), lo que le permite ser un cabecilla sindical que con sus rancias opiniones tiene deslumbrado a medio centenar de votantes. Unos votantes que, de ser cierto lo que se apuntó en aquella antesala de dentista, secundarán innumerables manifestaciones provinciales y locales a favor del gobierno socialista. Se piensa actuar así entre septiembre y octubre, según deduje, dependiendo sobre todo del resultado de la manifestación de hoy en Madrid, pero ya comienzan a prepararse y ya ha llegado la consigna incluso a localidades pequeñas como donde yo resido.

Esto va de mal en peor. La ciudadanía de izquierda, más ignorante y manipulada que nunca, está convencida (de nuevo) que sólo ella tiene el don de la legitimidad para manifestarse. Sus dirigentes contraprogramarán cualquier cosa que les incomode o que afecte a los planes del Gobierno, por más justa que sea la causa de las víctimas del terrorismo. La calle sólo es del pueblo que ellos representan. El acoso a quienes de inmediato tachan de fascistas les está permitido por una especie de concesión divina y siempre acaba convertido en una fiesta cuyo recuerdo, tarde o temprano, deberá recuperarse mediante la “memoria histórica”. No, no soy nada optimista respecto a los resultados de la manifestación de hoy en Madrid, sobre todo después de oír cómo la Vogue nos asegura que el Gobierno no cambiará de opinión. Porque este gobierno de sectarios no es que a las víctimas del terrorismo no les reconozcan sus condición de tales víctimas, es que no les reconocen su condición de ciudadanos.

Aunque me invada un gran pesimismo cuando escribo, a seiscientos kilómetros de ese rompeolas acogedor que es Madrid, apoyaré con todo mi entendimiento a unas víctimas que no merecen ser traicionadas de semejante modo y precisamente por quienes mayores responsabilidades deberían asumir para que se hiciera justicia con ellas. Puesto que de que justicia es de lo que se trata.


Artículo revisado, insertado el 4 de junio de 2005 en Batiburrillo de Red Liberal

PD: Transcurridos 10 años, el radicalismo de la izquierda que se cita en los párrafos anteriores se ha quedado en pañales al haberse incorporado a la política todo un ejército de perroflautas, con distintas divisiones y comandos de gente necia y desaprensiva que solamente pretende la revolución y la desobediencia a las leyes. La propia izquierda tradicional, pongamos el PSOE, ha debido radicalizarse para que los nuevos partidos no se la merendaran y el Partido Comunista de siempre apenas existe. Aún así, partidos como la CUP, Podemos y sus varias docenas de franquicias hacen que a uno le entre el pánico ante la posibilidad de que realmente, como pretenden, asalten el poder y lleguen a la Moncloa. Porque de ser así, la barrabasadas que deberemos soportarle a esta gente no tendrán fin y la conclusión, como sucedió durante la II República, es que se imponga la violencia. 

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