sábado, 28 de noviembre de 2015

Instituciones fuera de la ley (505)

Han sido numerosos los actos de homenaje a los terroristas de Terra Lliure, casi siempre a cargo de las Juventudes de ERC e invariablemente cargados de impunidad. En la pancarta de estos descerebrados se indica: "Ni olvido", "Ni Perdón". Es decir, estos tipos envilecidos nos muestran que no piensan olvidar la fechoría de uno de sus fundadores, cuando fue pillado con las manos en la masa mientras intentaba practicar un atraco junto a otros "colegas" ideológicos. Fue herido en un enfrentamiento contra las fuerzas del orden y abandonado por sus valeroso cómplices de Terra Lliure, lo que determinó su fallecimiento al no ser atendido a tiempo en un hospital. Me pregunto si ese tipo de canallada merece un homenaje continuado donde siempre se apele al recuerdo y el odio.

Hace muchos años que la ley no se respeta en Cataluña, pero no solo sucede en materia lingüística, sino en otras cuestiones relacionadas sobre todo y paradójicamente con la Justicia. El término queda anotado así, en mayúscula, para que se advierta que las irregularidades aluden a todos sus estamentos superiores: jueces, fiscales, secretarios y abogados. A continuación refresco la memoria de los lectores de este blog con uno, simplemente uno, de esos casos sangrantes en el que los delincuentes se fueron de rositas:

Artículo
Asegura el clásico que “todos somos iguales ante la ley, pero no ante los encargados de aplicarla”. Lo demostraría así un acto de apología y exaltación terrorista tolerado por la Fiscalía en Barcelona, a la que se le pidió que actuase para impedirlo, sin que hiciera nada. De modo que pudo consumarse un homenaje al terrorista catalán Martí Marcó, cofundador de Terra Lliure —banda de delincuentes que cometió más de 200 atentados— , el cual fue pillado in fraganti por la Policía cuando, junto a otros dos compinches, se disponía a asaltar un furgón blindado. Posteriormente, malherido en la refriega, el terrorista fue abandonado por sus “valerosos” cómplices en el interior del coche utilizado, con las puertas abiertas y en una calle de Barcelona.


Se dice de Martí Marcó que era aficionado al montañismo y al baile de sardanas, actividades éstas por las que Jordi Pujol demostró siempre una gran inclinación, casi un delirio, que TV3 se encargaba de difundir compulsivamente, hasta el punto de transmitir que tales prácticas era imprescindibles para todo catalán que se precie, o sea, nacionalista. Y es que en las numerosas excursiones a la montaña de los fines de semana en la Cataluña de la Transición —incluso varios años antes—, donde Pujol y sus adeptos ideológicos no dejaron de participar, no hubo fuego de campamento que no se viese rodeado de toda suerte de nacionalistas intrigantes dispuestos a elaborar las más sofisticadas conspiraciones a favor de la Cataluña catalana, que es esa forma de entender una región española como si de una nación subyugada se tratase.

Placa de homenaje al
terrorista Martí Marcó
Bien, pues ha sido a Martí Marcó, un individuo de tan nulo mérito social como abundantes antecedentes delictivos, muerto en 1979 —gracias en buena medida a la cobardía de sus “compañeros de armas”, que pudieron haberle llevado de inmediato al hospital—, a quien las Juventudes de Esquerra Republicana de Catalunya (JERC) han tributado un homenaje que ha sido vergonzosamente ignorado por la autoridad competente y se ha realizado, además, en un local propiedad del Ayuntamiento de Barcelona, bajo el mandato del alcalde socialista Hereu. De donde se deduce que la ley, una vez más, no es igual para todos. De donde se infiere, igualmente, que Esquerra es un partido que no respeta la ley al no impedirles a sus juventudes que la transgredan en semejante acto. De donde se concluye, a la postre, que el sedicente Gobierno de España, ahora en manos de ZP, ni es gobierno ni es de España.

Vamos a suponer un ejemplo de tendencia opuesta y finalidad análoga: Imaginemos que pasado mañana o cualquier otro día se pretendiera organizar un homenaje a los asesinos de la matanza de Atocha, ocurrida en una fecha muy cercana a la anterior, 1977. Para los que no recuerden lo sucedido, digamos que unos malnacidos acribillaron a varios abogados laboralistas pertenecientes a CC.OO y el PCE. Los terroristas de extrema derecha, entre los que figuraba un italiano denominado Carlo Cicuttini, asesinaron a cinco personas y dejaron malheridas a otras tantas.


Supóngase, por seguir la semejanza, que un grupito de extrema derecha (el que sea) decide tributarle un homenaje a Cicuttini o a cualquiera de los terroristas que actuaron en Atocha. ¿Cómo reaccionarían la Fiscalía, el Ayuntamiento de Madrid, el propio ministerio de Interior, Izquierda Unida y tantos afectados por ese homenaje sin duda envilecedor? No creo, en absoluto, que todos ellos se dedicaran a mirar para otro lado, como ha sucedido en Barcelona, donde la complicidad con los delincuentes —caso del alcalde y de ERC— y el aberrante desistimiento de unas obligaciones claramente establecidas —caso de la Fiscalía y de Interior— han determinado que las instituciones involucradas en el homenaje al terrorista Martí Marcó se hallan situado al margen de la ley. 


Artículo revisado, insertado el 25 de enero de 2009 en Batiburrillo de Red Liberal

2 comentarios:

  1. Anónimo21:19


    Aquí la única ley que funciona es la del embudo. Aceptando eso, lo demás se entiende perfectamente.

    Pacococo

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    1. Me dejas de piedra. Es como si me contestaras con un: Antes morir que ser muerto. Je, je.

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