viernes, 15 de marzo de 2013

¿En qué tenemos derecho a decidir?

"No puede decidir una parte sobre lo que es de todos. Significaría pisotear los derechos de quienes no están de acuerdo".

"La frase «derecho a decidir» se ha convertido, en Cataluña, en un lema ubicuo e inatacable. No cabe duda de que convoca francos sentimientos de justicia y de reconocimiento entre los ciudadanos. ¿Acaso no es positivo que las personas tengan cada vez más derechos? ¿Y el de «poder decidir»? ¿No es una luminosa conquista de los individuos emancipados y libres de todo el mundo?
Ponerle algún reparo a tal enunciado es el súmmum de lo más incorrecto políticamente hablando en este momento. Nadie quiere que se le señale como enemigo de tan indiscutible potestad ciudadana. Hasta conspicuos fiscales, que quizá deberían mantener una honorable independencia y reserva, se ven en la necesidad de salir y abundar sobre las bondades de este ideal autoevidente. Pero este «derecho a decidir» es un eufemismo que apenas maquilla una demanda grave. Y un pretexto inaceptable para conseguir unos fines.

Así, de repente, hay deseos y voluntades que por parecer apoyados por un número considerable de personas se arrogan suficiente fuerza moral para ignorar las leyes comúnmente acordadas y saltárselas sin atrición. El corolario de este lema triunfante es que la especial sabiduría «del pueblo» convierte en obsoletas e irrelevantes una leyes que ya no van acordes con los cambios que este mismo experimenta.
Crasísimo error. Las Leyes, en este caso la Constitución, recogen derechos y obligaciones, pero también diseñan un modelo de Estado del que se derivan cuestiones sustanciales que no pueden dejarse al albur de lo que sopla el viento.
La indivisibilidad del mismo es un precepto que recogen la mayoría de las constituciones modernas porque, si no fuera así, se dejaría el paso libre a la provisionalidad en algo tan básico y elemental como formar parte de un país con continuidad en la historia y todo lo que esto significa. Abriría la puerta a la incertidumbre, a ser presa recurrente de iluminados y demagogos, cuando no de aprovechados. Entre otras consecuencias, sería un país en el que nadie podría ni confiar ni invertir.
La Constitución no permite el derecho a decidir en asuntos que se juzgan negativos en sus efectos sociales, recogiendo la experiencia y el conocimiento de generaciones de personas antes que nosotros. No sólo la indivisibilidad del estado: el Derecho Penal, el Derecho penitenciario, el régimen de la propiedad o los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Hagamos un poco de política-ficción. Por ejemplo, la Constitución establece el derecho a la propiedad privada. ¿También apoyaría la gente de buena fe el derecho a decidir en el no del todo descabellado escenario -pongamos en Marinaleda- en el que un importante número de vecinos, encabezados por el convincente y dinamizador Juan Manuel Sánchez Gordillo, pidiera su abolición en el municipio? Podemos hablar de la separación entre la Iglesia y el Estado, o los derechos de las mujeres. ¿Y si, animados por tal precedente, el líder de la comunidad islámica de alguna población con suficiente masa crítica exigiera el mismo derecho sobre la conveniencia de adoptar la Sharia?
Oímos decir que la Constitución no es sagrada. Que obedece a una época y a unas circunstancias, y que el paso del tiempo podría hacer necesarios ciertos cambios y ajustes en la misma. Totalmente de acuerdo. Yo querría cambiar la ley electoral o que se modificasen las excepciones en materia fiscal en el País Vasco y Navarra para hacer más creíble que todos los ciudadanos somos iguales ante la Ley. Pero para estos cambios y para todos los demás se requiere la concurrencia del conjunto del pueblo soberano. No puede decidir una parte sobre lo que es de todos. Significaría pisotear los derechos de quienes no están de acuerdo. Y esto no es ninguna conquista luminosa, sino algo muy siniestro que tiene, por desgracia, conocidos precedentes".
María Teresa Giménez Barbat, escritora y miembro del Consejo Territorial de UPyD en Cataluña.
Fuente: Diario ABC

6 comentarios:

  1. Anónimo20:46


    Cuando se habla o se escribe, para abducidos se dicen muchos disparates. Lo malo no son los disparates, lo malo son los esfuezos que hay que hacer para desmontarlo y que los no abducidos no lo sean.

    Un país no puede estar al capricho de unos políticos. Supongamos que se separan y dentro de x años otros políticos deciden que es mejor unirse. Eso es absurdo, los paises no pueden estar cambiando las fronteras cada cierto tiempo porque eso es un desastre. Vease el caso de Portugal, Una vez acabadas las colonias, sobreviven como pueden y gracias a las ayudas europeas.

    Con una adecuada campaña se unirían a España, porque en el fondo la gente entiende que vivirían mejor. pero ellos tomaron su decisión y ahora que carguen con ella.

    Parece que han reformado la página de Hazte Oir y ya es complicado encontrar los blogs. Este ya no sale.

    Pacococo

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    1. Interesante comentario que suscribo, a partir de una serie de años no es fácil que dos territorios vuelvan a unirse. Pero como bien dices, que cada uno cargue con sus decisiones.

      La página de blogs de Hazte Oír sigue igual y Batiburrillo también aparece, eso sí, con el burrillo antiguo. Este es el enlace: http://blogs.hazteoir.org/

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  2. Anónimo10:23

    Oriol Junqueras es alcalde de este municipio. En su web se prohíbe tajantemente el derecho a decidir de sus ciudadanos:
    http://www.svh.es/
    La web están sólo en catalán. Teniendo en cuenta que la mayoría de habitantes del municipio son castellanohablantes, ERC impide que los ciudadanos de ese lugar decidan en qué lengua quieren consultar la web. Conclusión: cuando ellos pueden permitir, lo niegan.

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    1. Quizá sea porque Oriol Junqueras, como muchos de los miembros de ERC y los nacionalistas en general, posee unas ideas totalitarias.

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  3. En cierto modo todo es tan lógico que da escalofríos. Recordemos que tras la llegada al poder del sucialismo en el 82 se empezó a ningunear a los poderes del Estado en particular y la Constitución en general que, cómo Carta Magna, parece servir para recordarnos que sólo los ciudadanos de a píe tenemos obligaciones, que no derechos, mientras que los politicastros pueden hacer lo que les venga en gana y cuando les venga en gana, incluido el limpiarse el culo con la susodicha Constitución que es, en sí, un enorme e inútil papel mojado.

    Un saludazo.

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    1. No puedo estar más de acuerdo con tu comentario. Y además, sobre el 83, los sociatas se cargaron la separación de poderes y la derechona nunca ha querido recuperarla.
      Otro saludazo parta ti.

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