viernes, 22 de marzo de 2013

La cuestión catalana, hoy (y III)

Fuera del eurosistema, si Cataluña quiere seguir utilizando el euro, deberá hacer frente a cualquier salida de capitales generando un superávit de la balanza de pagos por cuenta corriente de la misma magnitud. Esto exigiría caídas del nivel de rentas varias veces superiores a las calculadas en los escenarios de secesión que se han construido ignorando los factores financieros. Un ejemplo típico de ignorancia identitaria vendría dado por los sectarios que aparecen en la imagen, puesto que prefieren regocijarse en el uso de una propaganda capaz de proclamar, contra cualquier evidencia contrastable, que "No quieren ser una colonia española". 

El déficit público del nuevo Estado catalán 
"Una vez consumada la secesión, Cataluña puede optar por emitir su propia moneda o adoptar el euro como moneda de curso legal. Incluso los independentistas reconocen que la primera opción llevaría al desastre. El anuncio de la salida del euro y la adopción de una nueva moneda induciría a fuertes salidas de capitales y, consiguientemente, a una fuerte devaluación frente al euro y demás monedas de reserva. Teniendo en cuenta que Cataluña importaría la mayor parte de sus bienes y servicios de consumo, la devaluación provocaría un aumento intenso e inmediato del nivel de precios. Para dar un orden de magnitud, no sería exagerado aventurar que la devaluación y el aumento inducido del IPC en el primer momento se situarían alrededor del 50%. La fuerte subida del IPC originaría demandas de subidas salariales, de pensiones y de las demás rentas para mantener su poder adquisitivo. Por otra parte, el servicio de la deuda de las familias, empresas y administraciones públicas catalanas prácticamente se duplicarían en moneda local como consecuencia de la devaluación. La economía se instalaría en una dinámica de creciente inflación, presiones devaluatorias y salida de capitales que se realimentaría a sí misma. Lo habitual en esta situación de salidas de capital e intensa devaluación -en conjunción con una elevada deuda exterior- es la hiperinflación, ya que el Banco Central difícilmente resistiría las presiones salariales alcistas y, sobre todo, del Gobierno para financiarse mediante inflación tanto de los vencimientos de su deuda como del déficit presupuestario impulsado por la explosión del servicio de la deuda exterior. Esto significa que la devaluación no solo no mejoraría la competitividad exterior sino que la deterioraría, porque el diferencial de inflación entre Cataluña y el resto del mundo sería mayor que la devaluación nominal.

No es de extrañar, por tanto, que los secesionistas den por sentado que una Cataluña independiente seguiría utilizando el euro. Es cierto que un país puede renunciar a emitir su propia moneda y utilizar como medio de pago una moneda que pertenece a otro país. Muchos países, en efecto, utilizan el dólar o el euro como moneda de curso legal a pesar de no pertenecer a estas dos áreas monetarias. Sin excepción, todos los países que utilizan la moneda de otros países tienen en común tres características: son de tamaño pequeño económico o irrelevante, tienen una renta per cápita muy inferior a la europea y con la adopción del euro (o el dólar) buscan restaurar la credibilidad que perdieron o que nunca tuvieron cuando gestionaban su propia moneda. Esto es, la adopción del euro les aporta una ganancia de credibilidad de la que evidentemente no gozaría un país que lo tenía como moneda. La mayoría de ellos, además, usa también, en mayor o menor grado, su propia moneda.

¿Podría la Cataluña independiente seguir utilizando exclusivamente el euro? Sería muy difícil si no imposible. Como Cataluña saldría de la UE y, por ende, de la Eurozona, los bancos catalanes pasarían a ser bancos extranjeros (españoles), ya que sería la única posibilidad de que siguieran dentro del eurosistema y consiguientemente continuarían teniendo acceso a las líneas de liquidez y redescuento del sistema europeo de bancos centrales y del BCE. La deuda pública catalana, sin embargo, aunque estuviera denominada en euros, no podría ser descontada en el BCE, por lo que éstas y otras entidades españolas, y del resto de la Eurozona, intentarían vender sus tenencias de dicha deuda y, en todo caso, no comprarían nuevas emisiones. Por otra parte, el nuevo Estado catalán no tendría acceso a los recursos de las distintas facilidades europeas que se han creado para ayudar a los países con problemas de liquidez dentro de la Eurozona (una de estas facilidades proviene el reciente crédito a España para recapitalizar nuestro sistema financiero).

Teniendo en cuenta: a) que el nuevo Estado catalán iniciaría su singladura con un déficit público considerable, por la pérdida de ingresos públicos provocada por la deslocalización de empresas financieras y no financieras, y por la caída de rentas causada por la interrupción y desviación de flujos comerciales, y b) que buena parte de la demanda de deuda pública catalana está concentrada en el sector financiero español (los bancos catalanes serían españoles, como hemos visto), la financiación de dicho déficit público y de los vencimientos de la deuda pública catalana que se fuera produciendo sería imposible. Estas son las dificultades de financiación del sector público y las dudas consiguientes que se abrirían sobre la capacidad de Cataluña para mantener el euro, multiplicando la salida de capitales y acelerando la caída del nivel de actividad económica, con lo que se complicaría aún más la gestión de las finanzas públicas. Al no contar con la financiación del sistema de bancos centrales europeos ni con el acceso a las facilidades financieras del eurogrupo, el mantenimiento del euro obligaría a Cataluña a generar un monumental superávit de su balanza de pagos por cuenta corriente. Veamos con algo más de detalle esta afirmación. En el año 2012, las dudas sobre la calidad de la deuda pública y privada española y sobre la permanencia de España en el euro han impulsado salidas masivas de capital, que se situarán alrededor del 20% del PIB en el conjunto del año. España ha podido financiar esas salidas de capitales y un déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos del orden del 2% del PIB sin salir del euro gracias a la acumulación de una posición deudora neta del sistema financiero español con el resto del eurosistema, posición igual a la suma de dicho déficit más la salida de capitales. Fuera del eurosistema, si Cataluña quiere seguir utilizando el euro, deberá hacer frente a cualquier salida de capitales generando un superávit de la balanza de pagos por cuenta corriente de la misma magnitud. Esto exigiría caídas del nivel de rentas varias veces superiores a las calculadas en los escenarios de secesión que se han construido ignorando los factores financieros. En realidad, la rápida e intensas pérdidas del nuevo Estado y sus dificultades de financiación mediante emisiones de deuda llevarían, antes o después, a crear un Banco Central y una nueva moneda para financiar, mediante el impuesto inflacionista, la Cataluña independiente. Las consecuencias de intentar seguir con el euro serían, pues, finalmente tan catastróficas como las de la primera vía.

No faltarán lectores a los que les pueda parecer excesivas o indebidamente apocalípticas las consideraciones anteriores sobre el futuro económico de una Cataluña independiente. Tanto si son economistas como si no lo son, yo les diría que han de tener en cuenta que la independencia de Cataluña sometería al país a tres shocks económicos, siendo cualquiera de ellos por separado suficiente para tumbar cualquier economía por próspera que fuera. El primero, el shock provocado por la salida de un país con el que se han compartido instituciones y mercados durante algunos cientos de años. El segundo, su salida del área económica y política de la Unión Europea. El tercero, consecuencia del anterior, su salida de la Eurozona.

Tienen razón los independistas, sin embargo, cuando dicen que los costes de la secesión serían transitorios. Todo lo es, empezando por la propia vida. Pero a las generaciones que van a sufrir esos costes no se les debe hurtar la realidad económica que, muy probablemente, les va a tocar vivir si siguen el camino de la independencia.

En suma, permítanme concluir diciendo que los que buscan la secesión no saben lo que hacen porque no saben lo que deshacen".
José Luis Feito
Presidente del Instituto de Estudios Económicos

Quizá también le interese:
La cuestión catalana, hoy (I)
La cuestión catalana, hoy (II)

10 comentarios:

  1. Estupendas lecturas, don Pedro. Gracias de nuevo por publicarlas.

    Nada tengo que decir, ni critircar ni añadir a lo leído. No soy economista para discutir con sapienza estas cosas pero la lectura es accesible a los no iniciados, no son difíciles de entender las consecuencias económicas que se explican en los tres artículos.

    A los de la foto que ilustra el comienzo de este artículo sí se les puede decir algo respecto a eso de "No queremos ser una colonia española" que pintan en la cutrepancarta. Ellos no quieren serlo y yo tampoco quiero que lo sean.

    Es que no lo son, no lo han sido nunca, y es que nadie quiere que lo sean en el futuro.

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    1. Al contrario, amigo Romero, muchas gracias a ti por interesarte en lo que se inserta en este blog.

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  2. Anónimo14:37


    Si les contaran la Historia real y la ficción que han creado, se darían cuenta que los condados catalanes pertenecientes al reino de Aragón eran extraordinariamente pobres, con un feudalismo acusado y la gente viviendo en servidumbre, cosa que no se da en tanta medida en el resto de España donde el feudalismo es mínimo. Pero como la zona catalana terminó muy pronto la Reconquista, cada vez se parecieron más a los franceses en el aspecto feudal.

    Existieron varias sublevaciones de payeses, cosa que no se da ni en Aragón, ni en Castilla. Con la monarquía de los austrias las cosas siguen igual y no es extraño que los catalanes emigren a zonas poco pobladas de la península. Es muy frecuente encontrar apellidos de origen catalán muy castellanizados en amplias zonas del sur y no tan del sur.

    Es presisamente con los Decretos de Nueva Planta, del tan odiado Felipe V cuando se inicia el despegue económico de la región a costa del resto de España, pues se crea una servidumbre económica.

    Y esta servidumbre económica ha perdurado hasta lo del mercado global. Cuando en el resto de España hemos podido comprar productos de donede hemos querido, la industria catalana se venido abajo. Primero fueron los tejidos y más tarde todo lo demás.

    A una segregación, habría que sumarle a todo esto que cuenta, el efecto frontera y el efecto cabreo del personal.

    Porque Cataluña, por la razón que ssea nunca ha conseguido unas exportaciones suficientemente significativas y la mayor parte de su producción se ha dirigido al mercado interior, por eso también la crisis: los españoles no tenemos dinero y su producción cae.

    Pero también está la cuestión del comer. Como señala, prácticamente toda la comida tienen que importarla y eso es mucho dinero.

    Pero como nadie escarmienta en cabeza ajena y no valen los consejos, sino que hay que tropezar varias veces para comprender que hay una piedra en el camino, pues que hagan lo quieran.

    Pacococo

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    1. En efecto, Paco, nadie escarmiento en cabeza ajena. Los nacionalistas merecen un período de independencia para que muchos de ellos comprendan la idiotez que han secundado.

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    2. Anónimo22:58


      Pero como las noticias vuelan, ya están pensando los maricomplejines negociar con Artur i el listillo. Y claro, si negocian, Artur I se va a llevar algo, que es lo que siempre ha pretendido. Luego seguirá con el nazionalismo y a conseguir otra cosa, hasta que Cataluña se lleve lo suyo y lo ajeno.

      Y curiosamente siempre hay un gobierno que les da lo que piden. Sí, muy curioso.

      Pacococo

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  3. No puede entenderse la actitud de estos ciudadanos a no ser, que la información sea escasa al respecto. No tienen ni idea de lo que piden, eso si, todos muy jóvenes y fáciles de convencer, siempre llevados de la mano por independentistas de siempre y contra todo gobierno que no les deje chupar del bote.Pues bien, En España nadie se va a independizar, quien no esté a gusto,"Que se marche" El mundo es grande,( a dar la paliza a otro sitio).El gobierno ya hace tiempo debería haber tomado cartas en este asunto, empezando por juzgar al señor Mas y sus compinches, Todos a la cárcel. La Constitución así lo especifica. No se a que están esperando, luego será tarde.

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    1. Cayetano, bienvenido a Batiburrillo y gracias por anotar.

      El nacionalismo no se entiende si no has vivido desde dentro un período de adoctrinamiento intensivo de más de 30 años. Pasa lo mismo en cualquier régimen totalitario.

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  4. La cuestión es permitir que la utopía catalana siga adelante o empezar a llamar las cosas por su nombre e insistir en que Cataluña es parte de España y cómo tal se va a mantener en ella con todas las consecuencias. No se, pero la actual situación no es sostenible ni por España ni por los independentistas y las culpas ya no van a Barcelona sino directamente a Mariasno que no hace absolutamente nada. Creo que ya no valen más paños calientes y que la única opción es la fría, vía tricornio.

    Un saludazo.

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    1. Con el actual gobierno de blanditos podría asegurarse que la "vía tricornio" queda descartada.

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  5. Tengamos todos en cuenta que las multinacionales levantan el campo en un momento y se establecen en otro lugar al día siguiente, y la maquinaria que dejan -con sus cadenas de producción- es considerada chatarra y quedaría para vender al chatarrero por los trabajadores. El chatarrero es el subsajariano que lleva el carrito del Mercadona con cuatro hierros, ya que el empresario catalán fabrica algo de fuet y, hasta cierto aceite lo trae de Andalucía.

    Un saludo.

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