Si
el socialismo ha sido desde siempre una ideología perversa, caracterizada por
un "sin Dios y sin patria" e inmersa casi en exclusiva en el
asalto al poder o en la obsesión por conservarlo a cualquier precio, cuando se
une al nacionalismo entonces se da la peor de las simbiosis, la más dañina para
la democracia y para cualquier valor que el ser humano haya considerado
apreciable desde la noche de los tiempos, comenzando por la libertad. De hecho, la conjunción de sendos pensamientos
totalitarios y aberrantes, nacionalismo+socialismo, creó el siglo pasado el más feroz de los
leviatanes: el nazismo, que junto al socialismo real, o comunismo, fueron la
causa de unas plagas bíblicas que castigaron con saña a nuestra especie, a la que
le produjeron más de 120 millones de asesinatos y varios decenios de miseria y sufrimiento atroz.
Casi desaparecidos ambos delirios, que inicialmente pactaron entre ellos y luego se despedazaron, debemos lamentar profundamente que en España
hayan quedado ciertos rescoldos funestos, personificados hoy en día por el nacionalismo
desleal, retrógrado y codicioso que se da en algunas formaciones políticas catalanas y por su lamentable pareja de baile, ese medio informativo, Prisa, que ha defendido desde siempre lo más inicuo de
la actividad pública, desde la corrupción generalizada y el crimen de Estado tan florecientes
en la era González, hasta la justificación entusiasta de la llegada al poder, a bordo de
unos trenes explosionados por el terror, de un fulano conocido por ZP,
paradigma vivo de los "sin patria y sin Dios" citados antes.
Prisa y Convergencia es ahora una pareja bien avenida que danza al mismo ritmo. De las informaciones
que aparecen en los diarios El Mundo
y La Gaceta, a su vez destacadas en Libertad Digital, se desprende que no puede haber entre ellos, los prisaicos y convergentes, algo
distinto a un acuerdo para el enjuague político, el echar tierra encima a toda
corruptela que provenga de ambas filas y el acusar a la Policía de una actitud irregular
que ellos son los primeros que perpetran y no dudaron en secundar cuando el 11-M. Ya saben:
Moritos suicidas con tres capas de calzoncillos. Así, pues, que quede claro que Convergencia y
Prisa representan hoy lo más detestable de la política y la información, convertidas
por obra y gracia de ciertos intereses espurios en no poca insolencia destinada
a los zafios, muy alejada del periodismo, o en ese silencio cómplice que oculta
el desfalco del erario a cargo de la tribu pujoliana. No tengo ninguna duda de que España logrará
una gran estabilidad el día en que Prisa y Convergencia desaparezcan. ¡Mejor este
año que el siguiente! Corta vida para ambos grupos de tipos indecentes.
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