La nuestra, la de todos, la única imprescindible y valiosa |
El mundo sería incompleto sin la civilización que España ha aportado
durante siglos. Suena a presunción, pero no es así si se hace un somero repaso de
nuestra esplendorosa y apasionante Historia. El arte, la ciencia, los descubrimientos de nuevas tierras logrados por nuestros antepasados y la cultura
universal aún deberían llegar a su edad adulta si prescindiéramos del enorme legado
transmitido al mundo por los españoles. Y no me refiero tan solo a lo mucho que ha
surgido desde nuestra patria, sino igualmente al inmenso aporte erudito de
cuantos países, si bien con timidez creciente, aún denominan "madre
patria" a nuestra gran nación, es decir, toda la Hispanoamérica no
sometida a unos regímenes populistas que ahora juegan deslealmente al rechazo
de sus orígenes.
De entrada, los Estados Unidos de América no habrían alcanzado su brillante
hegemonía actual ni su alto concepto de la libertad y la democracia, cualidades
heredadas del mundo anglosajón (debe reconocerse), pero recubiertas de humanismo
gracias a que en la mitad sur y toda la costa del Pacífico se asentaron con
anterioridad innumerables misiones españolas que aportaron el desinterés
necesario, el alma, a tan admirada nación. Y si hablamos del gran continente al
sur del río Grande, bastará con exponer un único dato: El 80% de la población del territorio es de raza india o mestiza,
lo que demuestra la gran falsedad de quienes afirman que España cometió un
genocidio en América.
Y es que España, debido a su grandeza e influencia universal, ha contado
desde siempre con enemigos muy poderosos, como por ejemplo Francia e Inglaterra
cuando fueron potencias hegemónicas. No obstante, hoy los enemigos son
distintos y se encuentra perfectamente identificados. Residen en el interior de
nuestro solar: Tenemos en primer lugar a los separatistas de todo pelaje (lo de
nacionalistas queda superado por la realidad), que desean con vehemencia
descuartizar España y quedarse con unas regiones que consideran de su propiedad
exclusiva para, acto seguido, anexionarse las tierras vecinas que asimismo
consideran propias. Entretanto, en esas regiones separatistas rara vez se
cumplen las leyes y las sentencias. Simplemente: ¡No hay libertad! En segundo
lugar, en cuanto a los enemigos de España, debería destacarse al submundo del
social-comunismo, cuya característica principal es la falta de patriotismo y el
"darle lo mismo" respecto a un avance nacionalista que a menudo
secunda por interés o a lo sumo utiliza demagógicamente para sus fines sectarios y a fin de
debilitar a la derecha, lo que no se sabe qué es peor.
El tercer gran enemigo de España, casi desde siempre, ha sido la cobardía acomplejada
de la derecha, muy especialmente de la derecha actual, cuya indecisión le
agarrota la capacidad para gobernar con equidad y le impide poner en su sitio a
los nacionalistas, y ello es así a pesar de contar con holgadas mayorías
parlamentarias en el Congreso y el Senado. El ejemplo más palpable vendría dado
por la actitud frente al gobierno catalán, al que le va suministrando miles y
miles de millones de euros cuyo gasto dista mucho de ser el adecuado mientras
deja que sus dirigentes insulten a diario a España y los españoles. Y ahora se
anuncia, a la par que los pensionistas perderán poder adquisitivo al no ser actualizadas
sus pensiones al mismo nivel inflacionario, que para el 2013 deberán destinarse
otros 15.000 millones de euros al rescate de las deudas de la Generalidad
catalana.
¿Por qué pasa todo esto? Sencillo, porque España ha dejado de existir como
nación unitaria. Ha sido así como consecuencia de una clase política dominante
desde hace 35 años a la que cabría atribuirle un buen puñado de defectos que se
encierran en dos: Corrupción y cobardía, lo que a su vez impide que haya una
justicia adecuada, que mangonean, y que la falta de libertad vaya
agudizándose mientras aumenta la impunidad de los políticos. Es decir, nuestra
patria se haya secuestrada por sus enemigos. Y ante una situación semejante no
nos queda más remedio que recuperar España de la casta política que ahora la
subyuga. No nos engañemos: A más España,
mayor libertad y prosperidad. ¿Cómo se hace algo así? No es fácil, quizá
sustituyendo lo antes posible a los partidos políticos dominantes, tan
codiciosos como maleados, por otros de conciencia patriótica y con mayor altura
de miras, a los que además no les falte el valor para llevar a cabo una gran
reforma política. Hay dos formaciones que a mi juicio cumplen hoy esas
condiciones, si bien prefiero no citarlas. Será cuestión de meditarlo bien,
pero secundar las manifestaciones del 6 de diciembre a favor de la unidad de
España no me parece un mal comienzo.
Muy buen articulo, gracias por compartirlo.
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