A sugerencia de Romero Landa, lector habitual de este blog, traigo hoy un nuevo artículo de Francesc de Carreras, Catedrático de Derecho Constitucional y una de las plumas más ecuánimes (de ahí que haya insertado varios de sus trabajos en Batiburrillo) en el áspero debate sobre el nacionalismo catalán, asunto que tanto a él como a mí nos interesa sobremanera. En realidad podría decirse que el artículo es del hispanista John H. Elliott (quien a su vez alude a Vicens Vives), puesto que en esta ocasión el señor Carreras deja que hable el historiador británico y ofrece gran parte de su texto entrecomillado. Adviértase, de otra parte, que sin usar ni una mala palabra ambos autores dejan a los nacionalistas, incluidos a sus presuntos historiadores, en lo que realmente son: unos farsantes o unos cómplices de la farsa. En cualquier caso, sea de Vives, de Elliott o de Carreras, lo que sigue me parece un buen artículo digno de ser rebotado aquí:
"En el actual debate mediático sobre la independencia
de Catalunya se habla mucho de la historia, de sus razones históricas, de los
agravios frente a España. Pero callan los historiadores y su silencio es una
forma de asentimiento a la opinión dominante. Y esta opinión dominante puede
resumirse en una frase: "Desde hace 300 años, desde 1714, España expolia y
oprime a Catalunya". Un mensaje claro y directo. Y simple y falso. Pero
que hace mella.
Últimamente, un
historiador eminente ha empezado a terciar en el debate. Se trata nada menos
que del británico John H. Elliott. A sus 82 años, desde su residencia de
Oxford, hace declaraciones de una envidiable lucidez. A raíz de su último libro
(Haciendo historia, Taurus, 2012), una recapitulación de su vida como historiador,
ha concedido algunas entrevistas en las que se le ha preguntado sobre la actual
situación de Catalunya y, como es natural o, mejor dicho, como es su obligación
moral, ha respondido con toda sinceridad.
Elliot es
probablemente la más respetada autoridad en la historia española de los siglos
XVI y XVII. Además, es un profundo conocedor de Catalunya. En los primeros años
cincuenta, tras licenciarse en Cambridge, se vino a Barcelona y residió en ella
durante algún tiempo, el suficiente para aprender a hablar perfectamente
catalán y castellano. Se introdujo en el mundo académico de la época y trabó
amistad y complicidad intelectual con Jaume Vicens Vives y su escuela.
Vicens se había
situado, ya desde antes de la guerra, en una posición crítica frente a la
historia romántica que predominaba en Catalunya. Así lo explicó John H. Elliott
en El País Semanal del pasado domingo: "Al ver lo que estaba intentando
hacer Vicens Vives, desmitificar la historia de Catalunya, enseguida me
encontré del lado de este grupo. Me di cuenta del peligro de la mitología en la
formación de identidades colectivas y nacionales".
En otra entrevista
publicada en octubre pasado, a preguntas de Tulio H. Demicheli, insistía en lo
mismo: "Vicens Vives quería eliminar las categorías de 'agravio' o
'expolio' a la relación de España con Catalunya, un continuo 'victimismo' desde
el compromiso de Caspe que es un reduccionista. Esos tópicos respondían más a
los rencores que la arrogancia castellana había provocado en la sociedad catalana
que a la realidad histórica, porque no es verdad que hubieran 'perdido
libertades' en 1714, ni que el Principado fuera 'más democrático' antes que
después de Felipe V."
Ciertamente esta
desmitificación de la historia catalana era una de las pretensiones de Vicens
Vives. Pero su prematura muerte en 1960 truncó esta tarea y, en la entrevista
de El País, Elliott considera hoy que sus esfuerzos han sido baldíos: "Me
habría gustado que en la Catalunya actual Vicens Vives hubiera ganado esa
batalla, pero después de una o dos generaciones parece que no la ganó. Para mí
ha sido muy triste, porque creo que una sociedad necesita sus mitos, pero si
los mitos dominan y entorpecen una auténtica investigación, llegamos a una
situación en la que el pueblo queda ensimismado y adopta una postura de agravio
pensando que todos los desastres han sido culpa de otros. En ese momento es
cuando se llega a una situación de crispación por cualquier problema. Hay
políticos que se aprovechan de esto para fortalecer los mitos, para poner un
énfasis excesivo en el victimismo y no darse cuenta de los problemas internos
de una sociedad. Eso es lo que me preocupa especialmente".
Es decir, lo que
preocupa a Elliott es que los historiadores catalanes -se entiende, la mayoría
dominante- han vuelto a la historia de antes, la que cultiva mitos al servicio
de las ideologías políticas y provoca una sociedad ensimismada, en la que el
agravio se magnifica y el victimismo sistemático se utiliza para ocultar los
verdaderos problemas. Es un retrato exacto de lo que está sucediendo: se
utilizan los falsos "300 años de opresión española" para encubrir,
tapar y disimular, el desgobierno actual. Y buena parte de los historiadores
catalanes son cómplices de esta situación. ¿Por qué no explican que el 11 de septiembre
de 1714 fue el final de una guerra de sucesión a la Corona de España provocada
por el enfrentamiento entre las grandes potencia europeas? ¿Por qué no explican
que en dicha fecha no perdieron los catalanes libertad alguna sino únicamente
los antiguos fueros estamentales? ¿Por qué no explican que el siglo XVIII,
gobernando los Borbones, empezó la prosperidad económica de Catalunya, tras
siglos de decadencia, los dos últimos bajo gobierno de los Austria? ¿Por qué no
explican que el auge del siglo XIX está basado muy fundamentalmente en el libre
comercio con América concedido por Carlos III, un rey Borbón, mientras esta
libertad fue negada antes por la dinastía de los Habsburgo? ¿Por qué no
explican que la política proteccionista de los gobiernos españoles a la
industria catalana durante los siglos XIX y XX, hasta el Plan de Estabilización
de 1959, fue en beneficio de las empresas de Catalunya y, probablemente, en
perjuicio de los consumidores del resto de España? En todo ello deben mojarse
los historiadores".
Fuente: La Vanguardia
Gracias por publicarlo, don Pedro. Cuando ví el artículo pensé que era adecuado en un blog como este. Seguro que también es adecuado para otros blogs, quizá lo sugeriré en alguno más, pero no conozco tantos blogs ni puedo comentar en todas partes, lógicamente, que bastante tengo con mi página web. Las redes sociales también ayudan a dar difusión.
ResponderEliminarHay que decir que el señor Elliott no es cualquiera. Es toda una autoridad mundial en materia de historia española y poseedor de un currículum impresionante que le ha valido la consideración de catedrático emérito en Oxford y honorario del Trinity College de Cambridge, nada menos, además de miembro de la British Academy, Premio Príncipe de Asturias y doctor honoris causa por cuatro universidades españolas.
Creo que el articulo de Carreras-Elliott-Vives no necesita comentarios, se comenta solo. Buena parte de los historiadores catalanes ---también otros profesionales como periodistas, intelectuales, maestros o investigadores--- son, como señala el artículo, cómplices.
Unos por propagar y ensalzar el victimismo y el regreso a la historia de la cueva, de la tribu.
Otros por su silencio.
Y otros por algo muy comprensible y propio del humano: el miedo. Al qué dirán, al qué harán, al cómo me tratarán, al futuro. Porque es sabido que allí donde impera el nacionalismo aquel que no siga la doctrina impuesta es, directamente, un fascista opresor al que se procura hacer el vacío a su alrededor.
Debería abrir los ojos la sociedad catalana, ver la mentira y el adoctrinamiento que les han machacado insistentemente, comprender que les hacen ver una historia manipulada donde los dogmas nacionalistas son indiscutibles. Darse cuenta de que no les hablan de Historia, sino de historieta.
Y rebelarse contra tanta falacia. Contra las patadas a la Historia que les inculcan a sus hijos en las escuelas, más bien madrassas. Contra la indignidad que todo ello significa.
Por eso, la gente que levanta la voz como el profesor Carreras son dignos de nuestro aplauso.
Ni más ni menos.
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