jueves, 4 de junio de 2020

Párrafos destacados (27)


La ordalía o juicio de Dios era una prueba a la que fueron sometidos los reos para demostrar su inocencia en la Edad Media. En el capítulo 27 de “Viento de furioso empuje” (Amazon), se narra al detalle una de esas ordalías en la que el acusado debe enfrentarse al “licor de la verdad” y que Witerico realiza, en su calidad de juez, para descubrir al culpable entre todos los varones de una aldea y a fin de que confiese su crimen. El interrogatorio de los aldeanos forma parte, tal vez, de uno de los episodios más interesantes de la obra.

Capítulo XXVII. La ordalía

     La noche transcurrió en extremo veloz.
     No bien el sol hubo mostrado su disco, los viajeros retomaron el camino de Sayara. Árabe y godo, junto a Policronio y una parti­da de cincuenta guerreros, se adelantaron al resto de la caravana con la intención de permanecer un tiempo en el poblado de Kadim. Efectuaron la entrada por una de las tres o cuatro callejas de que constaba la aldea, donde no vieron a nadie en los primeros momentos. Llegaron a una plaza en la que los lugareños permanecían con­centrados, secundando casi a regañadientes la convoca­toria.
     Fue el propio Kadim quien aguantó la montura de Yunán para que descabalgara y quien le apercibió acerca del recelo que la propuesta de Witerico había suscitado.
     —Y a pesar de ello, sidi, he cumplido tus órdenes —comentó Kadim—, en la plaza se hallan los hombres mayores de catorce años. La verdad es que aquí se encuentra casi todo el pueblo. Les he comentado tu arbitraje y también que uno de tus acompañantes les interrogará para aclarar la desaparición de los niños en el pueblo vecino.

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