martes, 2 de junio de 2020

Párrafos destacados (26)


He aprovechado uno o más párrafos por capítulo de la novela “Viento de furioso empuje” (Amazon) para mostrar ciertos pasajes insertados en la obra. Con tales muestras se pretende ofrecer algo así como un aperitivo de sus 563 páginas. Al mismo tiempo, creo revelador destacar que detrás del relato hay más de 10 años de documentación historiográfica, así como un laborioso intento en acercar al lector al ambiente del siglo VIII. El crítico literario, Antonio Parra Sanz, lo resume de este modo: Desde Damasco hasta Hispania, Yunán y Abdelaziz atraparán al lector en una narración vertiginosa, no exenta del obligado rigor histórico, y que profundiza también en las raíces religiosas, sociológicas e incluso lingüísticas del Islam”.

Capítulo XXVI. Camino de Sayara
     Al ritmo lento y cansino propio de las caravanas, siete eran los días que se precisaban para llegar hasta la capital del reino de Yaidé. Días en los que el riesgo se adivi­naba constante a causa de unos caminos intransitables; días para los que se auspi­ciaba la misma tirantez mal contenida, quizá redo­blada, que se advertía ya entre algunos componentes de la expedi­ción.
     La jornada inicial había concluido. Al pie del monte Hauz, cruzada por el río que enlaza la comarca de Alcázarseguer con la capital Sayara, se abría una llanura que acogió a los viajeros. Y en la llanu­ra, la cáfila se asentó como buenamente pudo entre dos aldeas de pacífico aspecto situadas a ambos lados del río.
***
     Policronio, que bebía de una jarrilla y permane­cía sentado sobre una gran piedra junto a la tienda, al avistar la llegada de su patrón acompañado de dos desconocidos intentó disimular su inclinación al vino de atardecer. Así, cual si se tratase de un nenito atrapado en el hurto de la miel, no se le ocurrió otra idea que ocultar la jarra detrás de la piedra. Con tan mala fortuna, que la jarra volcó y mandó al encuentro de los visitantes un re­guero rojizo que el bizantino, con el ánimo desgarrado, siguió con la vista mientras se alejaba. Eso sí, según avanzaba el líquido delator, se prometía una y otra vez a sí mismo que la sangre del excelso Dioniso jamás formaría regata sin haber cruzado antes por su paladar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.