A la espera del mes de mayo, que es cuando
probablemente tendremos las siguientes elecciones generales y tal vez varíe un
milímetro la situación de este pantano de aguas estancadas, y a veces
putrefactas, en que se encuentra la política en España, la mejor opción para
entretener lo que se ha transformado en un verdadero plantón es jugar a
elucubrar sobre la posible salida de que disponen los diversos partidos políticos.
Así pues, voy a darle al teclado lo más a tontas y a locas que se me ocurra y
me adentraré de lleno en la especulación:
En primer lugar tenemos al Partido Popular, que con
diferencia sigue siendo el partido más de mi agrado por diversas razones, todas
ellas relacionadas con una trayectoria de eficacia a la hora de resolver el
desbarajuste tan tremendo y el estado de miseria en que siempre nos deja el
socialismo cuando lo echan del poder. Si bien, al contrario de lo que suelen
hacer los peperos incondicionales, yo sí reconozca en público que Rajoy nunca fue
santo de mi devoción.
A Mariano le reconozco media docena de grandes
cualidades, como por ejemplo el señorío y la buena educación en el trato directo
(no obstante las mata callando, como podría atestiguar María San Gil) o esa
moderación que todo político debe poseer para no ir por la vida como una cabra
loca, sujeta al capricho y el atropello, como les pasa a Sánchez y a Coleta
Morada, dos típicos representantes de la peor gentuza política que uno pueda
imaginarse y que no son capaces de llevarse bien ni tan siquiera con sus propios
correligionarios. Acaso otro día escriba de nuevo sobre ellos.
Ahora bien, Rajoy posee una característica que lo
convierte en un político desnudo de cuello para arriba, y eso es así porque le
falta que la testosterona le llegue alguna vez al cerebro y éste impulse a su
brazo para dar un puñetazo sobre la mesa a fin de que retumbe el suelo de
cualquier desaprensivo al uso. Me refiero esencialmente a esos separatistas que
hoy serían historia en el caso de que Rajoy hubiese ido a por ellos, con la
energía y las leyes adecuadas (si no existen se elaboran, que para eso se
cuenta con super mayoría absoluta), en lugar de hacer el cachoperro durante
cuatro años y lo que te rondaré morena. De ahí que esté convencido de que
Mariano Rajoy no es ni de lejos el político llamado a resolver el principal
problema que tiene España, nuestra patria: el asqueroso separatismo identitario
creado a partir de 1978 a base de adoctrinamiento intensivo, múltiples falsedades
y propaganda continuada por tierra mar y aire con el dinero de todos.
La pregunta sería: ¿Será Mariano Rajoy capaz de
comprender que su carrera política ya no beneficia en casi nada ni a su partido
ni a los españoles, y en consecuencia sabrá democratizar más el partido y luego
retirarse o pasar a una segunda fila, tal vez como consejero?
ResponderEliminarLo único bueno sería estar seis meses sin gobierno. Está resultando una experiencia muy positiva.
Pacococo
Es cierto, en Bélgica llegaron a estar sin gobierno más de dos años y todo fue como la seda. Y hablo del país que alberga casi todas las instituciones europeas, que tiene guasa.
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