Si los partidos
comunistas han representado y representan lo peor de la política en cualquier
país del mundo, en el caso de Podemos nos hallamos ante una verdadera jauría comunista
integrada por toda clase de tipos inmorales que se acercan a la democracia con la
misma delicadeza que Jack el destripador se aproximaba a sus presas:
cuchillo en mano. O lo que es lo mismo, en busca del enriquecimiento personal y
de un poder político que UP, a juzgar por sus nefastos antecedentes, jamás dedicará al servicio de ese pueblo al que dicen representar. De ahí que no sea capaz de
entender cómo es posible que a Podemos, si bien ha bajado de 42 a 35 escaños, aún le
voten 3.097.185 personas. ¿Tan locos estamos en España que aún hay más de tres
millones de tontos de los cojones?
Una evidencia de
la bajeza de los marqueses de Galapagar, como se les cita ya en todas partes,
es el hecho de haber despedido fulminantemente a dos de sus abogados, bajo el
pretexto de que a uno de ellos lo acusaban de acoso sexual, porque, según cita Esteban Urreiztieta en El Mundo, “el partido quiere tapar su corrupción”. Una corrupción, acompañada de malversación, que alude a sobresueldos en negro a
dirigentes del partido, irregularidades en la protección de datos, despidos
ilegales a una trabajadora explotada, la supuesta escolta, y a otros empleados menos conocidos. Todo un
sinfín de irregularidades que, además, afectan de lleno a esos falsos referéndums que
cada dos por tres se sacan de la manga (mejor decir del puchero) para dar la
apariencia de que consultan a las bases. ¡Nada más falso!
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