Cuándo se dará
cuenta la inmensa mayoría de los votantes catalanes, muchos de los cuales se
quedan en casa en las elecciones autonómicas, de que el retrógrado nacionalismo
que les gobierna, en el que prevalece la idea de una raza superior, les conduce
al peor de los caminos imaginables. De entrada, la ruina moral ya la han
conseguido hace varios años, puesto que la democracia no existe en Cataluña, ni
tampoco las libertades y derechos individuales que se disfrutan en la mayor parte
de las regiones españolas, donde se respetan las leyes y se obedecen las
sentencias de los tribunales.
Pero si lo
antedicho fuese poco, digamos que hace algún tiempo que los catalanes avanzan a
buen ritmo hacia la ruina económica. Además de los varios miles de empresas que
se han marchado, también lo demuestra la noticia aparecida ayer y ofrecida por
el Instituto Nacional de Estadística (recogida en El Mundo),
según la cual el PIB madrileño (230.794 millones) superó en 2018 al
catalán (228.682 millones). Si además se tiene en cuenta que la población de la
Comunidad de Madrid era de 6,579.111 habitantes en 2018, con un PIB per
cápita de 34,916€; mientras que en el citado año la de Cataluña era de
7.543.825, lo que ofrece un PIB per cápita de 29,936€, entonces no puede estar más claro que Cataluña retrocede como
consecuencia de un gobierno desastroso, que no duda en oprimir a más de la mitad de la población (por ejemplo en el tema lingüístico) y al que solamente le preocupa un único
asunto: La independencia al precio que sea necesario, violencia incluida y sin
descartar el terrorismo.
De todo lo
expuesto, y si además se considera que Cataluña desciende un peldaño de PIB
cada uno o dos años (ya está en PIB per cápita detrás de Madrid, Vascongadas y Navarra),
de ahí puede extraerse una duda no poco preocupante: ¿Cuántos años tardará Cataluña, con el régimen
totalitario que gobierna en esa región, en ser tan pobre como el trío de
regiones españolas que ahora se encuentran a la cola de la riqueza? Y es que,
no nos engañemos, el nacionalismo identitario no tiene solución posible
mientras al frente del gobierno de España haya gente no ya socialista, sino
algo mucho peor: sanchista.
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