Alejandro
–nombre ficticio– es un niño gallego de doce años. Desgraciadamente, decidieron
los hados confabularse en su contra y nació con sus facultades intelectuales parcialmente
mermadas. No impide lo anterior que, como todos los niños gallegos de doce años,
Alejandro vaya al colegio, juegue, haga deporte, ría y, en ocasiones, llore: su
vitalidad, su coraje y su esfuerzo se han rebelado contra la mala jugarreta que
el azar le ha jugado.
Alejandro
quiere ser piloto de Fórmula 1 e ingeniero. Le gustan las chicas de doce años
–y las de algunos más también, pero esto es un secreto–, los videojuegos, los
cromos de futbolistas y, sobre todo, pasarlo bien con sus amigos, entre cuyo
número tengo la inmensa fortuna de contarme. En definitiva, Alejandro es un
niño normal, inteligente, feliz y con una inmensa capacidad para hacer felices
a aquellos que le rodean.
Todos
los amigos tienen sus momentos emotivos y especiales, y Alejandro y un servidor
no somos excepción: el día en que le regalé el cromo, conseguido por medios no
del todo confesables, que se le resistía para completar una colección fue tal
el ilusionado abrazo y el “Gracias, Rafa” con los que me obsequió este
jovencito que, aunque soy de lágrima jodidamente difícil, logró que mis ojos se
pusiesen algo más que un poquito vidriosos. ¡Qué quieren que les diga!:
acostumbrado a moverme entre la mierda y la miseria –metafóricamente hablando–
este chaval consigue que me reconcilie con esa especie a la que pertenezco y
que cada vez me gusta menos.
Y
me gusta cada vez menos por personas como esta señora Regás que se atreve,
impartiendo lecciones magistrales de moralidad, a llamarle “monstruo” a mi amigo Alejandro y lamenta que no lo
hubiesen asesinado en el vientre de su madre. Y, todavía no contenta, vuelve a insistir en la misma idea intentando convencer al personal de que el hecho de
no haber asesinado a Alejandro, el chico que se emociona al completar una
colección de cromos, “amenaza con
devolvernos a la edad de las cavernas”.
Alejandro
no es ningún monstruo, no obstante vive en un país en el que se promueven con
tremenda facilidad las más aberrantes monstruosidades, y buen ejemplo, aunque
no excepcional, es la señora Regás. ¿Quién cojones es nadie para decidir quién
ha de vivir y quién no? ¿Quién cojones es nadie para adjudicar a los demás
etiquetas de normalidad o monstruosidad según libre disposición? ¿En qué mierda
de sociedad nos hemos convertido para que se reclame con pasmosa naturalidad el derecho a disponer de la vida ajena? ¿En
qué nos diferenciamos de Hitler cuando distinguimos alegremente entre vidas
útiles e inútiles salvo en qué los nazis eran más recatados a la hora de
ponerlo por escrito?
El
problema no es que una señora Regás cualquiera escriba semejantes atrocidades,
pues locos y canallas ha habido siempre. El problema es que este país está
plagado de señoras y señores Regás patrocinando la teoría del asesinato en masa y
semejante desatino ya es percibido por buena parte de la ciudadanía como un derecho inalienable. Una sociedad que no
defiende el derecho a la vida es una sociedad irremisiblemente condenada y que
se encamina con paso firme hacia el abismo y la catástrofe que nos estamos
ganando a pulso. Y de no existir gente como Alejandro mucho me temo que habría
días en los que no lo sentiría demasiado.
me parece que "muy bien", de hecho no quiero decidir por nadie, que cada cual lo haga por si mismo, pero tampoco quiero que me pidan nada, NADA. Alejandro es el nombre ficticio de otro niño que por deseo de sus padres que a sabiendas que vendría a este mundo con serios problemas decidieron por si mismos y ahora como no pueden o no quieren piden a la "sociedad" que se haga cargo de sus "deseos". La palabra RESPONSABILIDAD parece haber perdido sus significado, quizá habria que desterrarla del diccionario.
ResponderEliminarSr. Rafael Guerra, pretende ud. enternecernos con su lagrima facil, pero no se olvide de la responsabilidad. El conjunto de la sociedad no tiene por que hacerse cargo de las decisiones personales e "inalienables" como dice ud. Un hijo es una gran responsabilidad y no creo que la intromisión del Estado en cuestiones familiares sea lo mas adecuado. La democracia también es decidir acerca de tu responsabilidad o acaso también decidirá el Estado que hacer con los óvulos y los espermatozoides?? solo es cuestión de tiempo e individuos con ideas radicales y muchas ganas de manejar la vida del prójimo
Tengo que darle la razón: mejor sería erradicar del lenguaje la palabra responsabilidad que utilizarla del modo tan pervertido que usted hace. Si responsable es negar el derecho a la vida de todos los Alejandros de este mundo “ por si me piden algo” nada quiero saber yo de esa responsabilidad.
EliminarLeer a Rosa Regás me ha producido asco pero leerle a usted me da miedo. Creo entender que se trata de la filosofía del "cada palo aguante su vela". Mire, si un hijo discapacitado viene a este mundo, es como cuando nace otro con cualquier enfermedad, el Estado tiene la obligación de proveer recursos, los que sean necesarios, a nivel sanitario y asistencial. ¿O es que un discapacitado los merece menos que un enfermo con una cardiopatía o una diabetes, por poner un ejemplo? Y no creo que el contenido de la entrada promueva la lágrima fácil, porque lo que todos los Alejandros del mundo inspiran no es pena sino alegría a quienes tienen el privilegio de convivir con ellos.
EliminarPor cierto, considero que la "señora" Regás debe una disculpa a miles de ciudadanos a los que ha hecho daño.
Rafael, gracias por el artículo. Frente a lo que escriben los regás de este país, hay que sacar a la luz "monstruosidades" maravillosas como la que describes.
EliminarGracias a ti por tu amabilidad.
EliminarSr. Guerra: parece ud. no enterarse de nada. Con las posibilidades médico-tecnicas actuales y de aborto quiere decir que necesariamente todo feto con malformaciones haya de ser abortado?? pues NO, hombre NO. Allá cada cual con sus creencias e incluso con los "mandatos" de su partido politico. ASI DE SENCILLO, ud decide. ¿le sigue resultando tan complicado?? tanto que ha de tomar decisiones el Estado en su lugar?. Déjese de tanta hipocresia barata o acaso se cree que la sensatez y sensibilidad son patrimonio suyo en exclusiva. Simplemente mantengo la opinión que si "alguien" decide libremente traer al mundo a un hijo a sabiendas que en el futuro no podrá valerse por si mismo, es su RESPONSABILIDAD. (o un irresponsable por traerlo sin poder hacerlo)
ResponderEliminarY mire Sr@. Lagartija, QUE CADA PALO AGUANTE SU VELA, que yo también aguanto la mia y alguna mas, contribuyo al estado (con dinerito) con bastante mas de lo que este me devuelve y como dice su acólita: "ya esta bien de vivir del subsidio, la subvención y la MAMANDURRIA". Pues aplíquese el cuento y deje de convencerme de las bondades de convivir con un discapacitado, que a la postre echará mano de la MAMANDURRIA. Si no distingue entre una causa sobrevenida y una evitable, entonces es ud. mas simple que el asa de un caldero. Por cierto no se quien es la Sra. Regás, ni lo que dice, ni me interesa ya que no soy esclavo de nadie mas que de mis ideas y mis principios y desde luego entre ellas no figura el imponerselas a los demas. Cada cual que elija su responsabilidad o dicho de otra forma, que cada cual despliegue la vela que su palo le aguante. Piense ud. si realmente le gusta la democracia o por el contrario añora tiempos pasados.
PD: tienen uds. idea de la ingente cantidad de personas que tras mas de 25-30 años de cotización a S.S. y tras sufrir una enfermedad o accidente se le deniegan pensiones por invalidez?? el calvario administrativo/judicial que han de pasar para a veces conseguir un 55% de su base reguladora. Pues vayan y preguntenles. No merecen estos como dice Lagartija: "el Estado tiene la obligación de proveer recursos, los que sean necesarios, a nivel sanitario y asistencial." Pues ud que es muy BUENO vaya...y pregunteles...y luego me lo cuenta
Querido "anónimo" Ha dado usted en el clavo, debo reconocer que soy "más simple que el asa de un caldero" pero hombre, sí se distinguir entre causas sobrevenidas y evitables. Y una malformación prenatal es sobrevenida, lo tengo claro. Evitable hubiera sido echar mano de la evaluación genética y evitar una fecundación que tiene un alto índice de producir una anomalía. Le podría explicar quien es la señora Regás, pero como no le interesa, no le aburriré. Conozco muy bien los calvarios administrativos judiciales de los que habla, no se crea y sé que el Estado no cumple, ni de lejos, con sus obligaciones de atender sanitaria y socialmente a sus ciudadanos, de un modo digno. Y finalmente, le sacaré de 2 errores que está cometiendo: 1) soy demócrata 2) no me considero buena, como usted me califica. Pero sí soy una persona tolerante, sensible y solidaria ¿y usted?
EliminarPues desde luego si no me entero de nada no es usted la persona más indicada para ilustrarme mezclando sin ton ni son dinero, Estado y los mandatos de no sé qué partido político.
EliminarRosa Regás no ha estado acertada en los términos, pero se entiende perfectamente lo que defiende: libertad de decisión de las mujeres ante sus embarazos y derecho de todas las personas (capacitados y menos capacitados) a vivir dignamente.
ResponderEliminarTodos estos que intentan limitar la libertad de la mujer ante posibles embarazos, podrían dedicar sus esfuerzos a ayudar a los "capacitados y menos capacitados" y no recortar las ayudas a los más necesitados. ¡Cuánta hipocresía y demagogia sólo por intereses políticos!
El único derecho que existe es el derecho a la vida, todos los demás derechos, en algunos casos más supuestos que reales, se derivan del anterior. No hable de hipocresía, ¡por Dios!, ya que en ese aspecto los izquierdistas son unos maestros consumados. Claro que usted parece ser uno de ellos.
EliminarPues sí, tengámoslo en cuenta: derecho de todos (capacitados y menos capacitados) a una vida digna.
EliminarYo lo resumiría aún más: Derecho a la vida. Punto.
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