Que nadie piense que los musulmanes malviven en España, el trato que siguen
recibiendo de ciertas instituciones, donde aún menudean las subvenciones a favor
de un colectivo organizado en las mezquitas y que es aleccionado por el imán para
actuar de un modo adecuado a sus intereses, les permite conservar un nivel de
vida muy superior, a pesar de la crisis, al que disfrutarían en sus países de
origen. Cuanto más ahora, que desde Siria hasta el Atlántico, pasando por todo
el norte de África, hay guerras civiles larvadas o revoluciones en ciernes,
casi siempre de tendencia integrista islámica. Y cuando falta lo anterior, les rige
un tirano sin escrúpulos.
Hoy, sin ir más lejos, me ha tocado acompañar a mi mujer al mercadillo de
los domingos, una zona en la que suele congregarse una multitud no menor a las
10.000 personas, cuya afluencia se mantiene casi inalterable desde las 8-9 de
la mañana hasta la hora del cierre a las dos de la tarde. La cifra no es una
exageración, se trata del mercado principal de una población costera cifrada
estos días de verano en más de 200.000 personas. Mazarrón y sus numerosas
playas de aguas cristalinas y banderas azules cada año atraen a más gente, con
predominio de los madrileños y del interior peninsular. La crisis galopante ha
hecho el resto, desviando a los veraneantes adictos a ciertos países exóticos
camino de las costas murcianas, donde la estancia es de lo más asequible. Y
además nos visitan bastantes turistas de toda Europa, muchos de ellos
residentes todo el año. Ahora mismo, por ejemplo, tanto mis vecinos de arriba
como los de abajo son italianos, es decir, les sale a cuenta incluso un viaje
tan largo.
Y volviendo al mercadillo, digamos que los puestos de venta legales se
cuentan por cientos, sean de frutas y verduras (de excelente calidad) o de calzado
y ropa (de una calidad infame y solo apta para lo que queda de calor antes de tirarla),
etc. En un número similar podría cifrarse el de los puestos ilegales o manteros,
todos a cargo de jóvenes negros que no entienden ni papa de español, lo que da
idea de su nula integración por más tiempo que lleven aquí y que extienden su género
en el suelo o en mesitas plegables mientras dejan a unos cuantos colegas en las
esquinas para que avisen de la llegada de la Policía Local, cuya presencia viene
a ser poco menos que nula.
Bien, pues ese mundillo de comerciantes y clientes, sean locales o foráneos,
tiene también su cupo de espectadores: los musulmanes, gente que se cita en
las puertas del recinto, presididos por unos cuantos imanes de larga barba, y
que se dedican a no se sabe qué. Eso sí, todo lo inspeccionan y revisan,
enviando de vez en cuando a uno o dos de los suyos a controlar la clientela de
determinada calle de puestecillos. Reconozco que me cojo un buen mosqueo cuando
veo esa forma de proceder, cada domingo la misma, y siempre llego a idéntica
conclusión: Los manteros trabajan para ellos y las inspecciones tienen por
objeto revisar la marcha del negocio.
De no ser así, no se explica la reunión de imanes a la entrada de la puerta
principal, salvo que vigilen el comportamiento de otros musulmanes por si se da
el caso de castigar la actitud de alguna morita descocada o algo semejante. En
cualquier caso, los moritos de mi pueblo se han hecho los amos de uno de sus
barrios, de donde la gente local ha ido desapareciendo. Ya nadie del pueblo
quiere vivir allí, rodeado de quienes inundan las esquinas a todas horas y que,
de atreverte a cruzar andando, te miran fijamente como si invadieras su país,
con la consabida mala cara para impresionarte. Sí, en mi pueblo ya tenemos un gueto
musulmán, supongo que como en tantos pueblos, no en balde hay en España algo así
como dos millones de musulmanes, ninguno de los cuales tiene la menor intención
de irse o integrarse y, si se me apura, de doblar el lomo. En pocas palabras,
que a los moritos les da lo mismo que haya crisis o no, hacen lo mismo de
siempre.
PD: No he querido adentrarme en el delicado tema del control de la droga o en
determinadas actitudes delictivas, muchas de ellas adjudicadas presuntamente a
un colectivo que parece vivir del aire a juzgar por lo aparatoso, a todas
horas, de la presencia de sus miembros por las esquinas del pueblo, sea del
barrio que habitan sea del centro de la población.
Me parece deleznable el título y el contenido de este artículo. Decir que un determinado grupo de población no sufre las consecuencias de una tremenda crisis económica y social es fomentar el odio y el resentimiento de la mayor parte de la población contra ese grupo.
ResponderEliminarEs como cuando durante la República de Weimar los nazis y similares afirmaban que los judíos no sufrían las consecuencias de la crisis espantosa de principios de los 30, y siempre tenían una imagen arquetípica para defender esa teoría.
Es muy libre de opinar lo que le parezca, pero se mueve. Sin duda se mueve. Ya sabe.
EliminarPor otra parte, me he limitado a describir lo que ocurre en la población donde vivo, donde ninguno de los musulmanes se marcha de aquí ni hace algo distinto a lo que venía haciendo, es decir, casi nada en el tema laboral. Luego esta gente o vive del aire o recibe dinero de la subvención y el trabajo ilegal, como esos cientos de manteros a los que controla.
En cuanto a su clásica defensa a ultranza del submundo del islam, le recomiendo que lea el libro "Por qué no soy musulmán", donde podrá comprobar con ciertos de ejemplos y argumentos que se trata de una religión parasitaria, violenta y, sobre todo, antidemocrática, que además tiene a gala mantenerse al margen de los derechos humanos.
Y sigue con lo mismo, repitiendo las mismas expresiones de la época citada ("parasitismo", "submundo", etc.).
ResponderEliminarCualquiera puede entender que una crisis económica afecta a la gente independientemente de su religión. ¿En qué puede afectar la religión a quienes se ven afectados por Eres o cierres de empresas? La única finalidad que busca este artículo es que la gente empobrecida por la crisis piense que hay gente distinta a ellos a los que no les está afectando, para que dirijan su ira contra ellos. Es una táctica muy vieja.
Reconozco que toda generalización acarrea cierta injusticia, ya que es muy posible que entre los emigrantes musulmanes residentes en España haya de todo, al menos en una mínima parte. Eso sí, la mayoría de ellos vive del cuento, casi siempre en guetos y sin el menor interés en integrarse o en civilizarse. Además, en no pocas ocasiones practican la sharia, esa ley islámica que margina a las mujeres y condena a muerte al apóstata o al blasfemo, siempre según la sentencia arbitraria del imán de turno. Naturalmente, la sharia la practican de un modo clandestino en España, pero ello no impide que apalicen a menudo a sus mujeres y las lleven tapadas de arriba abajo con 40º a la sombra.
EliminarParece mentira que sea usted, precisamente, quien me vincule a una época y trate de convertirme en un nazi aludiendo a ella, porque si hay una ideología totalitaria y violenta como pocas ésa es el islam, cuyos dirigentes fueron tan amigos de los nazis en su momento, como por ejemplo el gran mufti de Jerusalén. Sí, fueron esos musulmanes amiguetes de los nazis los que no dejaron de celebrar con entusiasmo las matanzas de judíos. No, amigo, si acaso nazi es sinónimo de musulmán, no de liberal como es mi caso.
Y ya que hablamos de entender, creo que incluso alguien como usted puede llegar a entender que una gran crisis económica afecta esencialmente a los trabajadores asalariados y autónomos, o sea, a la gente que ha venido trabajando a lo largo de su vida, no a esa mayoría de musulmanes que en España (y en toda Europa) vive de la subvención o de actividades inconfesables, como ocurre en la población donde yo resido. Cansado estoy de preguntar a mis vecinos de qué viven los moritos, si nunca se les ve ir a trabajo alguno y permanecen ociosos por las esquinas, a cualquier hora del día. La respuesta que me dan siempre es la misma: "No sé a qué se dedican". Y a una gente así, que es de lo que va el artículo, le da lo mismo que haya crisis o no. ¿Lo ha entendido ahora o quiere que le haga un dibujo?
Sigo recomendándole la lectura del libro "Por qué no soy musulmán". Necesita angustiosamente leerlo, es posible que le cambie su percepción de la vida y le quite tanto pajarito de la cabeza respecto al islam. Como aún le considero recuperable, puesto que me parece usted una persona inteligente, incluso estoy dispuesto a proporcionarle la obra: Mándeme una cuenta de correo válida y se la envío en formato PDF.
Ahora me trae sin cuidado el análisis que se pueda hacer del Islam o del islamismo. Lo que digo es que su "análisis" es equivalente al que se realizaba entonces por los medios antisemitas. Por cierto, su descripción sobre la actividad de los "moritos" es exactamente la misma que otra gente da sobre rumanos, chinos, latinoamericanos, etc. Como dije, es una acusación muy vista.
EliminarEl correo que aparece en mi ficha es correcto y real.
No por repetir siempre lo mismo va a cargarse de razones y a encajar mi artículo en la época que a usted le interese. No, no lo tiene fácil. La situación que se describe no puede ser más de hoy en día, real, casi en vivo.
EliminarTome nota de este esquema: Si alguien ha venido trabajando, le afecta la crisis; si no ha dado un palo al agua desde que llegó a España, la crisis no va con él. Y los moritos que he conocido pertenecen casi todos al segundo grupo.
Por otra parte, usted no quiere abordar el tema de fondo, el islam, causa principal de que los emigrantes musulmanes se marginen en todos los sentidos. Piense en los moritos que conoce y luego, puesto que usted mismo habla de latinoamericanos, compárelos con los argentinos. ¡Menuda diferencia! Entre los rumanos he visto de todo, salvo en los miles de gitanos rumanos que han invadido determinadas zonas, por ejemplo Badalona en Cataluña, donde se han dedicado a practicar todo tipo de delitos y a desesperar a la población local. Y en cuanto a los chinos, qué quiere que le diga: No creo que haya un colectivo con más ganas de trabajar y de emprender negocios hasta hacerse millonarios. Justo al contrario de lo que sucede con los musulmanes, tan aficionados ellos al fatalismo y al todo está decidido por Alá y nada puede cambiarse. Sí, la religión afecta muchísimo, para bien o para mal, respecto a la forma de afrontar la vida, tanto laboral como humanamente. Y el islam, por desgracia para 1.200 millones de seres humanos, dejó a sus fieles estancados mentalmente hace más de mil años.
Le mandaré el libro, mi recomendación es que lo lea sin apriorismos. Le hará bien.
Vale. Yo me limito a enlazar un artículo mío sobre el tema:
ResponderEliminarhttp://www.aurora-israel.co.il//blogs/israel/Historia/1405.html
El tema que aborda en su artículo es de lo más interesante. Podría resumirse mediante una pregunta: ¿Cómo debe actuar la democracia ante los totalitarios? La verdad es que daría para una serie de artículos que valdría la pena leer siempre que incluyeran argumentos y ejemplos, ya que si se comparan dos períodos históricos (tema de lo más árido) solo es posible asimilarlos si se ejemplifica mucho, de lo contrario el lector no es capaz de entender nada, por mucho que uno crea haber escrito clarito. Y lo digo incluyéndome el primero.
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