“Que sea lo que Dios quiera”, es la
frase que se ha oído siempre ante situaciones inciertas en las que incluso cabe
esperar lo peor. Pues bien, sospecho que la mencionada frase se repetirá una y
otra vez en las siguientes horas, sobre todo cuando se convoque el pleno del
parlamento andaluz destinado a elegir a los que deberán gobernar Andalucía o…
seguir gobernando al mafioso modo. Eso sí, tal vez surja una diferencia
respecto a la locución inicial: La necesidad de cambiar la palabra “Dios” por
la de “Vox”, con perdón por la irreverencia.
Porque el “dios” Vox, al decir de
esos socialistas temerosos de perder el chollo que les dura ya casi cuatro
décadas, no es más que un partido de extrema derecha con el que es inconcebible cualquier pacto democrático: La izquierda no concede nunca la divisa democrática a sus enemigos, ¡faltaría más! Y así, vemos cómo el socialismo se abstiene de toda
crítica cuando los podemitas andaluces (estos sí son rivales), anarcoides, antisistema y republicanoides
ellos, organizan violentas e incendiarias algaradas callejeras precisamente en contra
de Vox, pongamos en Cádiz. Mientras que no es democrático, por supuesto, un
simple tuit de Vox quejándose de lo antedicho.
¡Ah!, pero es que resulta que Vox posee
la llave de la gobernabilidad y eso se nota. ¡Ya lo creo que se nota! De ahí lo
de extrema
derecha que repiten como papagayos los actuales altos cargos de la
Junta andaluza, comenzando por Susanita, lideresa de una gente que permanece
atada con cadenas al sillón (de padres a hijos) y que ahora ven como la
herrumbre del mal gobierno afloja esas cadenas y les puede dejar a la
intemperie de todo cargo político “bienpagao”.
Veamos: si ser de derechas ya es
calamitoso para el social-populismo de PSOE-Podemos, y al PP y Ciudadanos se
les tolera con la boca pequeña, la siniestra codiciosa no quiere soportar que la extrema derecha de Vox sea finalmente
quien decida el régimen alimenticio en Andalucía, se corre el riesgo de que sea a base de potaje de algarrobas en lugar de las opíparas mariscadas o el dinero pa’asa una vaca. De ahí el descrédito y la porquería que la izquierda interesada trata de verter sobre Vox, un partido que de extrema derecha no
tiene nada. Ya que, como los verde-esperanza dicen de sí mismos,
en realidad son de extrema necesidad.
¿O es que los 400 mil votos recibidos tienen distinto valor que los demás
votos?
Claro que, bien mirado, en Andalucía pueden
darse otras opciones en las que Vox no decida, pero todas ellas pasan por la
traición de Ciudadanos a su programa de regeneración, sea absteniéndose para
que siga Susana Díaz, sea “comprando” el voto de Teresa Rodríguez para que ésta
se abstenga y deje las manos libres a PP-C’s. Y esa compra de Podemos, partido
con el que se ha reunido Juan Marín (según se demuestra en la imagen lateral), no parece que vaya a ser barata. En cualquier caso y según lo que hagan ahora,
Ciudadanos sabe que se la juega, y mucho, en las siguientes elecciones en toda
España.
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