El título parece
una broma pero no lo es, viene sucediendo desde siempre en la Región de Murcia,
entre otras zonas, donde no existe un equilibrio entre el abastecimiento del agua
necesaria para la agricultura y esos aguaceros cíclicos que inundan unos campos
a punto de recolección, pongamos la uva, y destruyen las cosechas. Ocurre igual
en todo el Sureste: Alicante, Murcia, la mitad sur de Albacete y Almería, de
ahí que las protestas sean tan frecuentes entre los agricultores de esas
tierras, dejadas de las manos de los políticos salvo a la hora de recorrerlas
para pedir el voto.
El caso es que a
los murcianos nos ha tocado vivir en el interior de una maldición bíblica, que
es como podría calificarse a la plaga de gentuza que nos acomete desde
el gobierno del Estado (antes llamado España). Y lo defino de plaga, que
conste, porque hace mucho tiempo que existen soluciones tecnológicas para ambos
problemas, sed o riadas, sin que ningún grupo con la fuerza parlamentaria necesaria
sea capaz de convertirlo en una prioridad, y menos los socialistas de ahora, que
prefieren derrochar cientos y cientos de millones anuales en chiringuitos ideológicos.
Hubo un tiempo
en que el PP de Aznar se echó la manta a la cabeza, redactó el Plan Hidrológico
Nacional y lo puso en marcha, e incluso en algunas zonas llegó a ejecutar el
30%. Era la solución casi perfecta para evitar la sed o las riadas en más de media
España, ya que no había región, incluyendo los archipiélagos, donde no se
definieran a fondo las soluciones para cualquier problema hídrico. Ese PHN
podría concretarse en dos palabras: trasvases y embalses, porque si se ejecutaran
en la cantidad necesaria, como así se contemplaba, muy pocas regiones pasarían
sed o desbordamientos de cauces.
Naturalmente,
todo iba viento en popa hasta que llegó Zapatero, un verdadero hijo de Satanás
que por exigencia de otros socialistas anuló de un plumazo el PHN.
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