lunes, 11 de mayo de 2020

Párrafos destacados (13)


Extraídos de la novela histórica del siglo VIII, “Viento de furioso empuje” (Amazon, tapa blanda y ebook), inserto unos párrafos que aluden al conde Julián, antiguo vasallo de Witiza, y a la situación que se vive en Ceuta, ciudad a la que Julián, tras entregar Tánger al islam, aún denomina condado.

Capítulo XIII. El Rif
     Poco más de un año atrás, a la muerte del rey hispano Witiza, el abastecimiento de Ceuta había cesado con brusquedad, lo que obligó a los moradores de la ciudad del estrecho a pactar una auto­nomía muy precaria con el poder agareno y a cederle a ese poder, a título de quebran­to menor, la rica e indefendible zona de Tánger. Tal inte­rrupción en el suministro de víveres sin duda atizó el inmode­ra­do rencor, en parte exculpable, que tanto los ceu­tíes de origen godo como beréber —Bizancio y su pre­sidio eran ya historia casi olvidada— profesaron a partir de entonces al nuevo rey hispano, abúlico personaje en los asun­tos de África y diligente represor de algunas tribus de vasco­nes o cántabros que entraron en rebeldía.
     Pero el conde Julián, hombre lomienhiesto, señor de Ceuta y vasallo antiguo del rey Witiza —acaso fue esta última condición la que motivó que Rodrigo le desamparase—, po­seía mal resignar y mostrábase decidido a cambiar su suerte. El altivo conde, en conciliábulo con ciertos nobles de ideas afines, estable­ció contactos con el emir Musa en Kairuán. Se perseguía el propósito de entronizar a Aquila, joven y moldeable heredero del fallecido monar­ca hispano. A tal fin, Julián solicitó al emir el concurso de un ejérci­to capaz de enfrentarse a las tropas de Rodrigo, en apoyo de la facción vitizana que intentaba derrocarle.
     ¿Qué se le podía ofrecer a Musa para que éste aceptara el riesgo de perder valiosas tropas en Hispania? Julián, en nombre del Consejo vitizano, le aseguró al sa­rraceno que obtendría considerables riquezas per­tene­cientes a los seguidores del, según ellos, usurpador Rodrigo. Y como anticipo de esa promesa, para cuyo cumplimiento se embarcó hacia Kairuán el correspondiente lote de rehenes, fueron remiti­das a Musa unas cuantas talegas del oro que Abdelaziz manejaba y que Yunán conocía.

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