A medida que avanza la selección de párrafos, es posible comprobar que la obra “Viento de furioso empuje” (Amazon) trata de ofrecer a sus lectores lo que se ha denominado (con cierta pedantería) “novela total”, es decir, el tipo de ficción en la que no falta de nada: desde el hecho milagroso a la tragedia humana, pasando por la faceta humorística, la búsqueda de un libro profético, la comisión de delitos y supercherías, la aventura más descabellada…
Capítulo XXI. Susa
Progresaba el día templado y fúlgido. El ajetreo de las tropas y menestrales, instruyéndose con no poca intensidad o elaborando armamento y útiles para la guerra, constituían unas actividades a las que Tariq dedicaba siempre las mañanas. Aquel día lo hizo en compañía de sus invitados godos, a los que mostró la indudable calidad y disciplina del ejército.
La claridad ofrecida por el sol de mediodía, regresado ya el valí a la gran tienda, junto al perfume de las alhucemas silvestres, la ilusión ante la cercana aventura en Hispania, despertada por el lejano vocerío de los guerreros adiestrándose, y el deseo de contemplar otra vez a la fascinante mujer judía, determinaron que Tariq la reclamara a su presencia en cuanto despidió a Julián y sus acompañantes. Todo en el ambiente le recordaba a Yaidé.
Apareció bella, sonriente, muy segura de sí misma. Al rais musulmán le faltó tiempo para invitarla a compartir el más confortable rincón de su tienda. Tras las primeras expresiones, referidas al día luminoso como contraste a las desapacibles jornadas anteriores, ambos líderes pasaron a tratar el inconcluso asunto de las conversaciones previas.
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