Sin que fuese capaz de verlo claro, los últimos
días no he dejado de informarme sobre lo que unos, muy interesadamente, han
denominado "Rescate", como si ante el simple hecho de repetir esa
palabra fuese obligada (igual que sucedió en otros países intervenidos por la
EU) la dimisión del Gobierno y la convocatoria de elecciones generales. Y otros,
quizá imbuidos igualmente de que el término lleva aparejado el cese del
Ejecutivo y unas elecciones anticipadas, lo han denominado un préstamo de
Europa "destinado a la banca que pagará la banca", en respuesta dada hoy
mismo por Rajoy en el Congreso de los Diputados. Incluso podría añadirse,
reforzando la idea del jefe popular en el sentido de que la banca en su conjunto no precisaba
un rescate, que el dinero solo irá destinado a una parte de la banca, puesto
que alrededor de dos tercios de ella se encuentra saneada, es solvente y se
halla en una situación nada preocupante.
Mi impresión es que la verdad está mucho
más cerca del concepto usado por Rajoy que del término arrojadizo
"Rescate", palabra que con el tiempo la izquierda acabará por
convertir en sinónimo de "fracaso", como ha hecho ya el sindicalista
Toxo al decir que "Rajoy ha estado lento de reflejos" y al pedir un referéndum para medir su apoyo social. ¿Qué tal, tío listo, si en realidad lo que
pedimos es conocer la aceptación de los sindicatos de clase y el mucho dinero
que os lleváis a nuestra costa?
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