Sufriendo lo que no está escrito, sobre todo porque la Selección Nacional
no supo imponerse durante los primeros 90 minutos y se produjo un equilibrio
casi perfecto en el partido, comencé a sentirme bien cuando llegó la prórroga y
España impuso su dominio a Portugal, mucho más agotada que nuestro equipo a
pesar de haber contado con dos días más de descanso. Lástima no haber marcado
entonces. En cualquier caso, la tanda de penaltis nos dio la victoria, merecidísima
gracias al juego desarrollado en los 30 minutos añadidos, y con ella hemos
llegado por tercera vez consecutiva a una gran final. Ojalá la ganemos, pero si
no es así me doy por más que satisfecho de la trayectoria de la Selección
Española en este Europeo 2012. Hay que pensar que en cinco encuentros disputados
solo hemos encajado un gol, lo que no está al alcance de muchos.
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