domingo, 29 de julio de 2012

La democracia de las cifras


Pretende el señor Núñez Feijoo, presidente de la Xunta de Galicia, reducir el número de diputados autonómicos de 75 a 61, medida que representaría un ahorro de cinco millones de euros para las depauperadas arcas públicas. Evidentemente, cinco millones de euros no van a solucionar la situación, pero bienvenido sea todo grano que, sin hacer granero, ayuda a su compañero. Y aun mayor que el ahorro económico es el valor simbólico de la medida propuesta por Feijoo, pues en determinadas circunstancias ciertos gestos revisten, si cabe, todavía más trascendencia y esta idea conecta con el sentir de la ciudadanía: falta eficacia y sobran políticos.

No entiendo, por tanto, la feroz oposición del PSOE y el BNG a la reducción del número de diputados. O, mejor dicho, lo que realmente no entiendo es la estúpida argumentación empleada para atacar la conveniencia de la razonable propuesta de Feijoo: según he visto en uno de los no sé cuántos canales autonómicos que tenemos –y que su buena pasta nos cuestan– alegan los opositores que tal medida supondría una gran merma para la calidad democrática de “Galiza”. ¿Qué estrambótica ley regirá la proporcionalidad entre el número de diputados y la salud democrática de una autonomía, la gallega en este caso? Desgraciadamente ni el PSOE ni el BNG han aclarado convenientemente tal particular y, mucho me temo, nos quedaremos sin respuesta a esta pregunta.


Para todos aquellos a los que no nos va la nómina en el asunto parece evidente que catorce diputados menos no van a suponer el fin de la democracia. Así que estos tíos, sin despeinarse, no están llamando tontos del culo a todos los gallegos, en la seguridad de que su extemporáneo insulto a la inteligencia ajena, como comentábamos recientemente, les saldrá de balde. Lo único que supondría la reducción de diputados es que catorce señores tendrían que buscarse las lentejas lejos de los cálidos asientos del parlamento y que los ciudadanos nos ahorraríamos cinco milloncejos, más de trescientos cincuenta mil por diputado, que no está nada mal. Multipliquen esta cifra por todos los diputados que habría que reducir en cada autonomía y verán que la cantidad no es precisamente pequeña.

Las cifras son cifras; los gestos son gestos y las palabras de socialistas y nacionalistas son propaganda insolente con propósito crematístico: los tiempos discurren duros pero la única preocupación de estos campeones de la democracia es seguir parasitando a la ciudadanía. Ni tienen escrúpulos, ni tienen vergüenza, ni tienen empatía, ni tienen dignidad. Tal vez por eso estén donde están. Y maldita la gana que tienen de irse.

2 comentarios:

  1. Ya se sabe que el objetivo final de la izquierda es que todos, absolutamente todos, dependamos del Estado. Como en Cuba, por ejemplo, paraíso del socialismo real... y de la miseria.

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    1. Miseria moral es precisamente la que les sobra a estas gentes. Y aun habrá quien se crea sus cuentos.

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