Imagen del desconsuelo, talla en mármol del escultor modernista Josep Llimona |
¿De qué se puede escribir cuando toda España está patas arriba y tenemos a
diario algaradas en las calles y gobiernos regionales en rebeldía? No consuela
en absoluto que las manifestaciones las aproveche la izquierda sarmentosa de
siempre, con o sin Berlangas alentándolas y encabezándolas, porque en el fondo
hay razones suficientes para salir a la calle y gritar basta. No se trata de
protestar la bajada de sueldo a los funcionarios o la congelación de pensiones,
que también, sino esencialmente de pedir que desaparezcan los cientos de
millones en subvenciones y canonjías a todo bicho viviente o los derroches autonómicos
que el actual Ejecutivo aún no ha atajado como debiera. De hecho, los miles de
ciudadanos que han escoltado las pancartas encabezadas por Méndez y Toxo,
quienes circulaban relamiéndose al ver la asombrosa multitud que ellos no
lograron reunir en su momento, deberían de haber comenzado por expulsar a los caciques
sindicalistas de una marcha a la que se habían unido en su condición de
garrapatas sociales. Simplemente, CC.OO. y UGT son dos de las causas principales
de la bancarrota que nos asola.
Tampoco consuela demasiado saber que nuestras trampas actuales, cuyos
intereses apenas podemos pagar a fin de aplazar el principal de la deuda, están
originadas por un socialismo zapaterino que dejó a España con un problema de
800.000 millones de euros y es la consecuencia más directa de haber decretado
barra libre al abolir la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Zapatero, por
decirlo alto y claro, revocó dicha ley ante la exigencia de sus socios comunistas
y nacionalistas, a los que entonces consideraba imprescindibles para gobernar
con cierta holgura, por lo que se precipitó con los ojos cerrados, desentendiéndose
de cualquier tipo de control, hacia el lado de una lujuria económica que duró más
de siete años, cuyos resultados hoy se encuentran a la vista. Un simple ejemplo
bastaría para hacerse a la idea: El gobierno de Cataluña tiene una deuda de
48.000 millones de euros, 30.000 de ellos dejados por el Tripartito del
socialista Montilla. Consuela poco, bien cierto es, tan cierto como preciso se
hace recordarlo para no olvidarnos de dónde nos llega la miseria. Un hecho que
obliga igualmente a formularse la siguiente pregunta: ¿Estaríamos mejor si
fuesen ZP o Rubalcaba los que gobernaran?
Finalmente, si hay algo que más que al consuelo mueve a la intranquilidad
es el hecho de comprobar casi a diario que Rajoy va transformándose en un
presidente virtual, incapaz de dar la cara ante las situaciones más ingratas.
Ya se me dirá si ayer, con motivo del bajón en bolsa y el subidón de la
puñetera prima de riesgo, no era un día adecuado para convocar una rueda de
prensa, emitir un comunicado de firmeza respecto a nuestra economía y aceptar luego
un par de horas de preguntas de todo tipo. Pues no, se procedió al aliño de siempre
en la reseña del Consejo de Ministros, con una vice Soraya más dada a
comprender las protestas callejeras que a lanzar el necesario aviso a
navegantes de los que aún creen que "Derroche" es su segundo nombre,
como por ejemplo los gobernantes de Cataluña y Andalucía, inmersos hasta el
cuello en auténticos descubiertos contables y aún así incapaces de abandonar
las regalías a sus feligreses. No, no consuela 'nimijita' que la falta de
coraje nos lleve de cabeza a la intervención de la UE. Claro que entonces, de
cumplirse ciertos precedentes anteriores, Rajoy debería de abandonar el cargo y
pasar a ocuparlo quien dispusiera de algún prestigio. Y dentro de las filas del
PP, en Europa es Aznar el único que ha demostrado que sabe ordenar la casa. Y
eso, bien mirado, tal vez consuele un poco aunque solamente fuese porque los nacionalistas de todo pelaje se echarían a temblar.
Fenomenal artículo. Tan fenomenal como certero. Y por buscar algún consuelo, aunque ni yo mismo me lo crea, diré que cuando se está tan abajo ya sólo se puede ir hacia arriba (olvidando convenientemente que ciertos pozos pueden no tener fondo).
ResponderEliminarMuchas gracias, Rafael.
EliminarEn cuanto a la duración de la crisis, espero que no sea como en Japón, que cayeron hace 20 años en el fondo del pozo y siguen estancados.