Hablábamos recientemente de don Arturo González, periodista que escribe en Público
incendiarios artículos incitando a la violencia y dando por bueno cualquier
tipo de desmanes puestos al servicio de su ideología. Ayer ha vuelto el señor González a la carga con el tema de los mineros, tema en el que ha encontrado
este periodista un auténtico filón –habrán observado el ingenioso juego de
palabras, claramente demostrativo de que los enemigos del pueblo también tenemos
sentido del humor– y, entre encendidas loas a los mineros, que según González
gozan del “apoyo y reconocimiento de
España, su mitad al menos”, desliza dos sentencias el radical articulista
dignas de figurar en cualquier antología de la barbarie:
“El incumplimiento de lo firmado [por el gobierno] les legitima [a los mineros] para cuantas acciones estimen procedentes. Acudir a la justicia
eternizada en sus decisiones no aliviaría su desespero y muerte laboral”. (Subrayado
mío).
Erre
que erre, sigue Arturo González defendiendo la violencia y el terrorismo
callejero, que han de prevalecer sobre la ley y la justicia. Apliquemos ahora a
rajatabla la ideológica regla de tres tan ardorosamente defendida por este
señor según la cual cada uno es libre de decidir unilateralmente si ha habido
un “incumplimiento de contrato” para actuar en demencial consecuencia: si usted
compra un vehículo y, por cualesquiera razón, no se lo entregan el día pactado
estaría usted perfectamente legitimado para, si así lo estima procedente, quemar
el concesionario con el vendedor dentro. De igual forma, si el vecino del 6º D
–D de derecha, por supuesto– incumple el “contrato de convivencia” y pone la
música a todo volumen a las cinco de la mañana está usted legitimado para
romperle la crisma, pues recurrir a la policía sería lento y desesperante. Ni
más ni menos, esto es lo que defiende el señor González.
El
segundo exabrupto del señor González que me ha llamado la atención es el
siguiente: “Los mineros son la prueba de
fuego de la concordia nacional”. Todo lo contrario: los mineros que se
dedican a prender fuegos y sus fervientes admiradores son la prueba de que
existe un amplio sector de población española que rechaza la concordia
nacional. Violencia y concordia son términos antagónicos, con lo cual
difícilmente los amantes de la violencia –representados por los mineros
revoltosos y sus patrocinadores– pueden ser los más genuinos representantes de
la armonía y la paz. Nuevamente se ha lucido Arturo González.
Al hilo de lo expuesto permítaseme otra reflexión. Escuchaba
hoy por la mañana en la Cope a un tertuliano para quien la importancia de las acciones de los
mineros violentos no iba más allá de la de un grano en un enfermo terminal de
cáncer. Craso error. Es preocupante que haya un número relativamente
corto de personas dispuestas a recurrir a la violencia, pero verdaderamente grave
es que existan tantas personas dispuestas a apoyarles y jalearles reivindicando
el terror como legítimo modo de actuación. Fíjense si es grave que, salvando
las distintas coyunturas, a razonamientos ideológicos semejantes a los de González por parte de
la oposición antifranquista debemos en no escasa medida el que ETA haya
perdurado tantos años. Y yo, la verdad, preferiría no haber tenido que saber
nunca que hace quince años asesinaron los etarras a un joven llamado Miguel
Ángel Blanco.
Este Arturo González es un personaje de lo más advenedizo que conozco. Se aliaría con el Diablo si eso le proporcionara un puestecillo en cualquier tertulia televisiva buscando audiencia. Sus soflamas son escandalosas.
ResponderEliminarMe gusta como lo destripas en tu post.
Gracias por tu amabilidad, Águeda.
EliminarPues con el diablo parece haberse aliado el señor González definitivamente. Es cierto que hay que comer todos los días, pero no menos cierto es que, según se gane, algún pan debe de ser un tanto indigesto.
Al margen de lo que dice semejante memo, hay que reconocer que su cara de amargura puede explicar muchas cosas.
ResponderEliminarDicen que la cara es el espejo del alma, ¿verdad?
EliminarOtro trasnochado tipicamente estalinista. O estás conmigo, con la Democracia, o contra mí, con la reacción.
ResponderEliminarSe apropian del término pero todos sabemos muy bien a qué tipo de democracia se refiere. La del gulag y la cheká.
Se refieren a la democracia que ayer practicaban unos energúmenos en una concentración a favor de los mineros que vi en Vigo: banderas republicanas y comunistas al tiempo que gritaban democráticas consignas como "La próxima visita será con dinamita". Muy democrático todo, sí señor.
EliminarEn su caso es más grave, pero es una cosa que se está generalizando mucho y banalizando excesivamente en diversas bitácoras, foros, y redes sociales a causa de los recortes obligados...nadie discute el derecho a la crítica y al pataleo faltaba más, pero nos deslizamos hacia una pendiente peligrosa de justificaciones contra "lacasta" y estoy realmente preocupada
ResponderEliminarEfectivamente: una cosa es el derecho a discrepar y otra bien distinta el patrocinar y defender la violencia. Tenemos buenas razones para estar preocupados.
EliminarPuf, me perdonarás pero esto es una simple copia burda de las chorradas que dicen en intereconomía
ResponderEliminarSu sagacidad es admirable. Enhorabuena.
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