martes, 14 de enero de 2020

Insignias en la solapa


La noticia del día es la designación de Dolores Delgado (la Lola) para jefa generala fiscala del Estado. Pero si se para uno en lo aledaño, es decir, en esa imagen tan lamentable de un par de fulanos (dicen que ministros) que mostraron con jactancia un pin en la solapa en forma de triángulo rojo, del que se asegura que representa a los antifascistas, cuando se sabe que no hay nada más fascista ni horrorosamente criminal que el comunismo que ellos idolatran. Sí, ese comunismo de los 110 millones de seres humanos asesinados o dejados morir de hambre a mayor gloria de los antifascistas.


Veamos, está claro que ser anti lo que sea es algo que viste mucho, pero siempre que ese “lo que sea” haya sido decidido por la izquierda más sarmentosa de Europa, y digo sarmentosa como sinónimo de despreciable, retorcida y desleal. ¿Queda claro? Pero si uno afirma que en su ideología política, además del liberalismo, también se incluye la condición anticomunista y además le apetece declararlo así en Batiburrillo, tal vez añadiendo algún día un icono de “Zona libre de comunismo”, menuda zapatiesta se arma (por lo menos en Twitter) en contra de quien con la misma razón, pero mucho mejor causa, tiene todo el derecho a opinar sobre sus preferencias.

El contraste entre una y otra actitud, la liberal y la comunista, es que el liberalismo no ha cesado de crear riqueza y bienestar allá donde se ha practicado, mientras que el comunismo sigue ofreciendo miseria y hambre do mora, pongamos esas repúblicas iberoamericanas de doble capitalidad: La Habana y Caracas, la una con más de 50 años seguidos de tiranía castrista, la otra con un chavismo al que tienden a imitar los podemitas y que, tras la muerte del gorila rojo, ha culminado con el poder absoluto del genocida Maduro, ese hijo de Satanás del que se cuenta que ya ha fusilado sin juicio previo a más de 10.000 venezolanos, además de provocar tres millones de exiliados.

En resumen: Las opciones de elegir entre el bien en libertad o el mal en opresión, no nos engañemos, son de sobras conocidas por gente como Fraudez, el Coletas y el resto de ese gobierno de ratas que se han juntado, pero no para abandonar el barco, sino para capturarlo y servirse de él a fin de iniciar una larga travesía, de no se sabe cuántas legislaturas, que les lleve a ese cambio de régimen que tanto apetecen. La Lola, obediente ella, es la primera que se plegará a cuantas fechorías le ordenen, muy especialmente frente a los procesos que se siguen contra los golpistas catanazis o los filoetarras. En la seguridad de que, a no tardar, el buen izquierdista no dudará en colocarse un pin rojo en la solapa, o en la nariz.

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