¿Cómo puede
usted votar el 10-N en la tiranía catanazi? Depende de lo previsor que haya
sido para eludir a ese “Tsunami” Democràtic” que tanto disfraza su instinto totalitario
porque considera que es democrático y tiene derecho al boicot de los colegios
electorales. Así, pues, en el caso de que no hubiera previsto el voto por
correo, mi recomendación es que se dé una vuelta por el pueblo (si es una
población muy pequeña deberá desplazarse o otra mayor) y adquirir algún objeto que
le identifique como catanazi.
Lo ideal sería que
se comprara una estelada (bandera separatista) no demasiado grande que
le sirva de pañuelo o de capa, así le franquearán el paso al colegio electoral,
e incluso, según la necedad de los “tsunamiteros” de guardia, le abrirán las
puertas de par en par como si del mismísimo Cocomocho se tratase.
Como segunda
opción, cómprese un pin de solapa, asimismo con la estelada, y lúzcalo
con el descaro suficiente como para que los ultras de las barricadas le
permitan la entrada al centro donde le corresponde votar. Mejor si la estelada
lleva el triángulo en amarillo, como la de ERC y otros separatistas
izquierdosos.
Una tercera
opción sería la de hacerse en algún mercadillo con la camiseta del golpista
Junqueras y un texto impreso parecido a este: “La democràcia sempre guanya”.
Puede ponérsela debajo de una chaqueta para el fresquito de estos días de noviembre y abrírsela
en el momento preciso en que algún malnacido CDR le impida el paso. Si además,
como el más preciado santo y seña, pronuncia usted las palabritas mágicas ante
el esbirro: “volem decidir”, entonces estará claro que tendrá mucho terreno ganado.
Ahora bien, si
nada de lo anterior le ha sido posible pero se muere usted de ganas por votar
para joder a los catanazis, entonces la única opción posible es la de echarse a
la noche y… buscar uno de esos asqueroso lazos amarillos de plástico que tanto
abundan aquí y allá, arrancarlo con rabia sin que le vean (mejor si arranca dos
o tres), darle un buen enjuague bajo el grifo a fin de que parezca nuevo y
buscar un imperdible para prendérselo en un lugar de lo más visible antes de
entrar camino de la urna.
En cualquier
caso, como medida complementaria, debería hacerse con dos juegos de papeletas
electorales: Unas de ERC, por ejemplo, que llevaría en la mano y mostraría
previa resistencia mínima, y otras (las de verdad) que situaría en un bolsillo
y usaría para dar el cambiazo ante la urna. Si con tanta historia no consigue
usted votar porque se lo impide una banda de canallas, trate de darle el máximo
de publicidad a posteriori a ver si de ese modo se divulga a los cuatro vientos
y sigue disminuyendo en Cataluña el número de encanallados.
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