Tan pronto
publiqué ayer el artículo en Batiburrillo me dio un repelús al enterarme del
acuerdo de gobierno social-comunista al que los separatistas no tardarán en mostrar
su apoyo, previo pago de su importe, claro. Se habrá iniciado así la pérdida de
la unidad de España y de sus libertades, ya que varias regiones españolas comenzarán
un acelerón, consentido por Pedro y Pablo, para consumar lo que denominan “derecho
a decidir”, que es lo que asombrosamente sucede, en contra del pilar
fundamental de la Constitución, cuando una parte decide por el todo. ¿Cómo se
entendería, si no fuese así, que Sánchez le diera a Casado el mismo tratamiento
que a Torra? Ni se le puso al teléfono ni contestó más tarde a su llamada.
Francamente, no
encuentro una traición mayor a la patria que admitir la fragmentación de su territorio
y disfrazar tal acción como el resultado de unos acuerdos establecidos mediante
el “diálogo” (que es como se denomina ahora al chantaje violento), a sabiendas de que
con los separatistas no hay diálogo posible que no pase por claudicar ante lo
que ellos pretenden: un referéndum aceptado por el gobierno de España que en
una primera etapa mantendrá a ciertas comunidades con algún vínculo endeble que
les permita vender sus productos, en espera de lograr mercados en el exterior,
pero que a medio plazo les garantice la independencia más absoluta. Si fuese
este el camino que el gobierno social-comunista quiere consentir con tal de
asentarse en el poder, todo lo demás se habrá perdido.
La libertad
individual, la neutralidad de la justicia, la igualdad de todos los españoles,
la información independiente, el derecho de los padres para elegir la educación
de sus hijos, y un largo etcétera de derechos que nuestra Constitución consagra
se verán coartados, cuando no anulados, ante lo que se avecina como el gobierno
más liberticida que uno pueda sospechar. Y todo ello se iniciará con más o
menos virulencia a partir de que los partidos separatistas fijen unas
condiciones encaminadas hacia la independencia, única razón de su existir, y de inmediato el
social-comunismo las acepte.
Incluso,
contemplando el asunto desde mi modesta parcela de Batiburrillo, siento como si
este pequeño pero longevo blog liberal (nacido en abril de 2004) tuviese los
días contados, y eso en el supuesto no ya de que cierren este tipo de páginas por
resultar incómodas al gobierno, sino porque se anuncian leyes (Sánchez e Iglesias
apuntaron ya algunas de ellas) que impedirán expresarse a cuantos disientan lo
más mínimo de los postulados oficiales, puesto que disentir será entendido como
puro fascismo que deberá eliminarse para mantener el mundo feliz y “progresista”
que ayer mismo anunciaron los social-comunistas, es decir, la imposición de una
gente cuya mentalidad totalitaria no puede estar más alejada del progreso y de la
libertad.
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