Este hombre es
capaz de pactarlo todo con Podemos y los separatistas y en el último momento,
ante unas encuestas internas que le dieran al PSOE una bajada de cincuenta
diputados, como poco, corregir el rumbo y afirmar sin rubor alguno que no es
posible el pacto porque lo único que le ha importado siempre es la unidad de
España y el respeto a la Constitución. Y se quedaría tan pancho el muy
caradura, e incluso sería capaz de despedir a su consejero áulico, Iván Redondo,
acusándole de haberle malmetido unas ideas imposibles de adoptar para alguien
que, como sin duda asegurará el propio Fraude, “yo he sido siempre un hombre cabal
y respetuoso de la ley”.
Si alguien
argumentara que algo como lo descrito supone un auténtico bandazo, la respuesta
no admitiría más que una afirmación en modo de interrogante: ¿Qué ha sido
Sánchez a lo largo de su nefasta vida política sino una sucesión continuada de
bandazos, trampas y falsedades? Comenzando por su tesis doctoral (los de OK
Diario llevan más de un año esperando la demanda) o ese par de libros en los
que este embustero figura como autor pero que le han escrito terceras personas.
Y aun así, hay
que reconocer que es un hombre con cierta suerte, porque cualquier otro en su
lugar, especialmente si no alardea de “progresista” ni dispone de un partido político
que mangonea a capricho y cuyos afiliados votan como un auténtico rebaño, ¡pobre
PSOE!, hace tiempo que estaría en su casa y llorando sin consuelo alguno.
Porque Sánchez no es Rivera y por lo tanto el socialista sabe que la felicidad personal
solamente puede hallarla si duerme cada noche… o bien en el palacio de La
Moncloa o bien a bordo del Falcon.
Definitivamente,
a Sánchez le atrae vivir en la cuerda floja de la inestabilidad política y la
podredumbre moral, sin que le importe tres leches acabar por endosarnos la
cartilla de racionamiento a los españoles (así lo afirmó para evitar el primer pacto
con el Coletas) y, lo que es peor, respecto a la Monarquía ha tomado la
decisión de ocupar el palacio de verano y usurpar las funciones de Felipe VI. Bien
que se ha dado prisa en vocear un posible gobierno de “progreso” (¡ojo, progreso
comunista separatista!) antes de que Su Majestad, que es a quien le corresponde
valorar la situación tras entrevistarse con los portavoces de los partidos y
luego proponer a un candidato, regrese del paraíso comunista cubano, donde el
monarca nunca debió ir sin que en Cuba hubiese democracia. Y algo así, el
nefasto viaje a la isla caribeña, puestos a ser mal pensados (lo admito) me huele a chantaje
del bueno: “Tú me obedeces, majestad, y te vas a Cuba o donde yo te mande, y a
cambió aparco el referéndum sobre monarquía o república, un referéndum que bien
administrado, y lo sabes, ofrecería como resultado la república. Y ojito
conmigo, puesto que tampoco ignoras que carezco de escrúpulos y me
costaría poco que el siguiente viaje fuese a Corea del Norte.
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