Todo apunta a
que ninguno de los dos bloques sacará una mayoría de gobierno en España. Aún
así, el que lo tiene mejor es Pedro Sánchez, que podría ser nombrado presidente
con la ayuda de los separatistas catalanes y vascos y el respaldo comunista-podemita. Esta
última opción, conocida como Frankenstein 2, está claro que no gusta a casi nadie, sobre todo
en esa Europa donde los partidos nazis y comunistas son ilegales al conocer de
sobras, en sus propias carnes, cuán opresivos y tiránicos pueden llegar a ser.
También son
ilegales los que dicen a las claras que su fin es la escisión de una parte del
Estado, sea en Alemania o en Francia, por ejemplo. La única excepción (la partición de Checoslovaquia fue un caso muy distinto) apunta
hacia el Reino Unido, donde ya se celebró un referéndum de independencia en
Escocia y ahora los escoceses piden otro nuevo, que es lo normal en estos
casos: Un referéndum tras otro hasta que consiguen ganar, momento en el que, ya
independientes, se agotaron todas las opciones plebiscitarias. La respuesta que
les ha dado el rarito Boris Johnson es que este tipo de consultas son válidas
para una generación entera, como poco, de modo que no permitirá nuevas
consultas para satisfacer el capricho escocés de votar los lunes, miércoles y
viernes. Punto.
Y volviendo a
España, corren rumores procedentes del PP en el sentido de que estarían
dispuestos a formar una gran coalición PSOE-PP, que podría alcanzar los 220
diputados y permitiría cambiar determinadas leyes que se han mostrado nefastas sin contar con el habitual
chantaje catanazi o euskonazi. Leyes como la de Educación (que evitara el
adoctrinamiento y la inmersión lingüística), la Electoral (que dejara de primar
a ciertas minorías separatistas en sus regiones), la de Sanidad (que permitiera la atención de
cualquier español en toda España), la de Seguridad (que unificara las diversas
policías y todas ellas respondieran ante la misma Autoridad), entre otras muchas
normas que deben ser mejoradas. Pero algo así podría considerarse el inicio del
milagro.
Un milagro que
debería continuar, aumentado y corregido, si se consiguiera que prosperara la
propuesta del PP: “Conforme con la gran coalición, pero si Pedro Sánchez no preside
el Gobierno. Deberá ser otro socialista si el PSOE saca más diputados que nosotros”.
A lo que uno se pregunta: ¿Si el déspota Sánchez forzó una nuevas elecciones
porque quería gobernar en solitario, cómo le sentaría la opción de no gobernar
con nadie y quedarse como simple diputado de a pie? Luego el milagro electoral, esta
vez auténtico, consistiría en que las derechas sumasen 176 escaños. Y al
parecer les falta más de una docena. Oremos.
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