Me emociono como
un niño de 10 años cuando una de nuestras selecciones, en este caso de tenis,
logra un éxito tan destacado. Si hace poco España logró alzarse con el
campeonato del mundo de baloncesto, ¡ahí es ná!, ahora ha sido la Davis el gran
objetivo alcanzado. Hay unas cuantas naciones con más de 50 millones de
habitantes y mayor índice de riqueza que España y, aun así, no hay modo de que
nos aventajen en la élite deportiva. Ignoro la causa, pero algo tiene el agua
cuando la bendicen.
Una bendición adicional
para España es haber contado con Rafael Nadal, entre los mejores no solo en el
tenis, sino como persona. Es a Nadal a quien hay que ensalzar y reconocerle
todos sus méritos, que son muchos y continuados desde hace más de una década,
incluso posee una cualidad extra: el patriotismo. ¡Bien por ti Rafa!
La gran pena es
que en el aspecto político España se ha convertido en un auténtico estercolero.
Justifica tal definición el hecho de que entre la clase política abunda la
traición y la corruptela, cuando no el latrocinio generalizado de un partido
socialista completamente amoral desde su fundación hasta nuestros días, algo
que en un país con una democracia consolidada (votantes bien informados)
hubiera llevado a este socialismo poco menos que a la desaparición. Aquí no ha
ocurrido así porque, desde el Gobierno, Sánchez ha usado el fraude y la propaganda a
los cuatro vientos, comenzando por aplazar una sentencia de los Eres que, de
haberse conocido antes, tal vez les hubiera costado una treintena de diputados
y evitado la debacle de C’s.
No, el PSOE no
se conforma en absoluto con respetar las normas del juego que dicta la
Constitución aprobada por inmensa mayoría, de ahí que los social-sanchistas no
le hagan ascos a pactar con el comunismo chequista de Podemos, cuyo máximo
objetivo es empobrecer a la sociedad para enriquecerse ellos, además de
negociar lo que haga falta (incluso la fragmentación de España) con cuanto
golpista o separatista se les ponga delante. En este caso, el objetivo es
doble: Mantenerse en el poder a cualquier precio e iniciar un periodo
revolucionario que implante la República.
Espero que según
vayan surgiendo las traiciones haya el número suficiente de patriotas españoles
que las detengan.
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