sábado, 24 de agosto de 2019

La Segunda República Española (14) (12 de 17)


En las siguientes entregas Pío Moa no lo tiene nada fácil respecto a Manuel Azaña, puesto que debe definir, usando los escritos del político, la personalidad de quien en mi opinión fue casi un sociópata, el cual, ya desde muy joven, reconoce que: «Amaba mucho las cosas; casi nada a los prójimos». Aún así, vale la pena leer con atención lo que Moa nos cuenta sobre Azaña en su logrado libro “Los personajes de la República vistos por ellos mismos”.   


Manuel Azaña 1 de 4
La adolescencia de Manuel Azaña difirió radicalmente de la de los otros dos. A ella dedicó una memoria novelada: El jardín de los frailes, narración de su estancia en el colegio de los monjes agustinos de El Escorial, adonde fue a los 14 años, a prepararse para estudiar Derecho. «Sólo sé que estudiar leyes me parecía el suicidio de mi vocación. El tiempo sólo a medias me ha desmentido. Las novelas de Verne, de Reid, de Cooper, devoradas en la melancólica soledad de una casona de pueblo ensombrecida por tantas muertes, despertaron en mí una sed de aventuras furiosa. La primera vez que me asomé al Cantábrico y vi un barco de verdad casi desfallecí de gozo». Sus aventuras serían sólo interiores.

Lo que en Alcalá-Zamora es satisfacción con su ambiente y crianza, o en Lerroux remembranza cálida y básicamente alegre, se vuelve en Azaña decepción, supuración de alguna temprana y honda herida. A los nueve años perdía a su madre, a los diez a su padre, y entre ambas muertes ocurrió la de su abuelo. Tan rápida sucesión de desgracias hubo de traerle una gran soledad y la inseguridad que sucesos tales suelen producir en los niños, agravada por una hipersensibilidad nata: «Aridez, turbulencia, grosería en el colegio; lóbrega orfandad en casa. Un espíritu tierno, como de niño, ambicioso de amor, empieza luego a tejer un capullo donde encerrarse con lo mejor de su vida, con todas esas apetencias, generosas o no, pero fervientes, que el mundo desconoce y pisotea». Por tanto, «amaba poco a las personas. Se me antojaba hostil su proceder». «Amaba mucho las cosas; casi nada a los prójimos». De su padre, que tenía una amante a quien quiso dejar en usufructo su fortuna, habla con reprimida acritud: «Ha jugado a destrozar la vida, como destroza sus juguetes un niño». ¿La vida de quién?

Al igual que la familia de Alcalá-Zamora, la de Azaña había intervenido en política, y su padre y su abuelo habían tenido autoridad en Alcalá de Henares. Su tradición era de liberalismo en general moderado, no especialmente religioso y a ratos anticlerical, tal vez republicano su abuelo.

Siendo de familia rica, Manuel, nacido en enero de 1880, tuvo su instrucción garantizada y, como Niceto, descolló en los estudios: «Debí de parecer, siendo estudiante, caso mortal: desparpajo, prontitud, lucimiento alegre. En las degollinas de fin de curso (…) yo era de los dos o tres que se salvaban y me salvaba con gloria»; sin embargo, lejos de manifestar orgullo, declara sus éxitos «con rubor». No rememora con más agrado el tiempo de las amistades juveniles: «Hay que ser un bárbaro para complacerse en la camaradería estudiantil. Por punto general, entre escolares, los instintos bestiales salen al exterior en oleadas y so pretexto de compañerismo allanan las barreras que para hacer posible la vida en sociedad erige la educación. Una masa de estudiantes degenera velozmente en turba, ligada por la bajeza común. Todo hombre que no esté atacado de futilidad incurable y aspire a formarse en el curso de la vida una conciencia noble, no hace sino emanciparse de aquella necesidad primaria, que cuando más es, no rebasa el nivel de la licencia chabacana y sin sentido. Muchas gentes acarician las memorias de sus años estudiantiles, ponderan su dulzor y vuelven hacia ellos los ojos tiernamente, pensando que fueron la edad de oro de su vida. Es aberración del entendimiento, a no ser que los tales hayan arribado a situación más aflictiva, por ejemplo; a presidiarios». Su desdén tiene acaso algo de pose, pero también las poses tienen su verdad peculiar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.