Comento hoy un
artículo de Rafael Torres Mulas, escritor y periodista que publicó en 2012 un
libro muy interesante titulado “1931, biografía de un año”, donde día a
día inserta noticias, artículos o editoriales destacados de esas fechas. Un ejemplo
podría ser el editorial del diario Ahora, del 14 de abril de 1931, cuya
redacción Torres atribuye al gran Chaves Nogales, subdirector del medio. Rafael
Torres ha colaborado en El Mundo, Interviú, RNE y Tele5,
y además ha publicado nada menos que 15 libros con muy buena pinta, entre los
que predomina la temática republicana o franquista, eso sí, desde un punto de vista
de izquierdista moderado, al menos en lo que le he leído.
Escribe
Rafael Torres:
Todavía a las
diez de la mañana del día 14 de abril, cuando la Segunda República española era
ya una realidad presente y la monarquía borbónica una sombra del pasado, el aún
rey recibía en palacio a los ministros de dos en dos, a fin de aligerar el
trámite inútil y poder centrarse en lo sustancial, que era para él, aquel día,
salir de naja.
Ya había un
Gobierno Provisional que se ocupaba de recoger pacíficamente, sin espasmos
innecesarios e inconvenientes, el poder que aún detentaba la corona y
administraban, es un decir, sus instituciones, que pasaban a serlo
verdaderamente del Estado español, constituido en república. Ya había un
gobierno de gente ilustre e ilustrada, recién salida de la cárcel o de sus
escondites (Maura, Alcalá-Zamora, Azaña, Lerroux, De los Ríos, Largo, Domingo,
Casares, Prieto y Albornoz), y el señor Montiel, director-propietario de Ahora,
tenía ante sí la tarea de adaptarse a los tiempos, ya no, al parecer,
huracanados como él temía por el caos revolucionario.
En la mañana del
día 14, martes, cuando en Eibar, en Barcelona y en algunos lugares más se había
proclamado la Segunda República entre el júbilo popular, el editorial del
periódico ya no expresaba ni defendía su fe indesmayable en los Borbones, sino,
antes bien, casi al contrario. Lo escribió, seguramente, el subdirector Chaves
Nogales:
“La jornada
electoral del domingo se caracteriza por un hecho indudable: la victoria de los
candidatos republicanos. Ante este hecho es pueril hacer cubileteos con las
estadísticas: una mayoría de los electores se ha pronunciado por las
candidaturas republicanas. Quizá muchos de los votos que aparecen como
republicanos sean más bien votos de protesta contra la dictadura; quizá hayan
imperado en ellos más razones negativas que motivos positivos; pero hay que
reconocer que la votación republicana tiene una brillantez que sus adeptos más
entusiastas no se hubieran atrevido a esperar.
Hay que aceptar
que la votación del domingo sitúa en un plano distinto el problema político
español, tal como se halla planteado desde la caída de la dictadura. Vivimos
momentos difíciles, en que el porvenir se aparece como un enigma. Hasta ahora,
nada garantizaba que las fuerzas revolucionarias tuviesen la suficiente
capacidad constructiva para evitar que, rotos los resortes tradicionales, la
nación se perdiese en un caos informe. Hoy es un síntoma consolador la
disciplina y el orden con que unos y otros han acudido a las urnas […]. Si esta
serenidad y esta disciplina siguen imponiéndose y no salen sueltas y
desaforadas por ahí las pasiones, todavía puede ser la jornada del domingo la
iniciación de una época nueva en la historia de España”.
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