Comparto
la opinión de que Rajoy debe quedarse con la pata quebrada en la sede de su
partido. En la sede de su partido o en cualquier otra sede adonde le lleven sus
obligaciones políticas, que son numerosas, enmarañadas y de difícil travesía,
con aguas revueltas en las que asoma el periscopio de más de un submarino:
U-Gallardón y U-Piqué, por citar sólo un par de unidades de la flota.
Si
Rajoy participara en una tertulia deportiva de radio (ignoro si ya ha
debutado), supongo que sería para congraciarse con la nueva cadena que lidera
Vocento, propietaria de ese ABC que hace poco dejó caer en forma de reproche
las presiones ejercidas antaño por el PP para influir en el medio, como si la
influencia de los partidos políticos en la prensa fuese algo así como el
desfloramiento de las vestales. A pesar de ello, parece un mal sistema de
reconciliación que al político puede acarrarle pocas simpatías y más de una
fobia, que es lo que se da con demasiada frecuencia en el deporte: Simpatías y
fobias, sobre todo para los que son “más que un club” y consideran tal circunstancia
como algo ineludible.
El
asunto lo considero realmente frívolo para quien aspira a presidir el futuro
gobierno de España. Aquí sus asesores le han marcado un gol en propia puerta a
Rajoy en lugar de despejarle el balón. Quizá disiento en parte, o no he sabido
entender su ironía, cuando el autor de “La mano invisible” afirma que Rajoy
perdió las elecciones por goleada. En realidad fue casi por la mínima,
dieciséis diputados y menos de 1,3 millones de votos de diferencia, y además en
el descuento del partido, con todo el “pescao” vendido, como suele decirse.
Un
partido jugado contra toda suerte de adversarios marrulleros que no es que
arrearan patadas antirreglamentarias, sino que invadieron furiosos y agresivos
el terreno de juego (sedes del PP) y desde la grada, en pleno desarrollo de la
competición, los comentaristas deportivos (SER) lanzaron innumerables injurias
para caldear el ambiente y trucar el marcador. Y aún así, el resultado no fue
demasiado deshonroso, bien lejos de la UCD de Landelino Lavilla (que en otra
aciaga noche electoral su partido pasó de presidir el Gobierno a la segunda
división B), porque el PP se mantiene con serias opciones de cara al próximo
encuentro, a condición, como es lógico, de que Rajoy no se duerma en los
laureles o en algún locutorio de tertulia radiofónica y comience a correr la
banda.
Si
los populares hubiesen sacado los mismos diputados que Llamazares, por ejemplo,
que obtuvo cinco parlamentarios y más de la mitad fueron aportados por
Iniciativa, vería bien que Rajoy se dedicara a comentar el deporte, los toros o
la cría de gusanos de seda en el casquete polar austral. Si los votos de Rajoy
en lugar de ser 9.6 millones hubiesen sido los mismos que los de sus paisanos
del BNG, que apenas rebasaron los 200.000, nada que oponer a que el jefe de la
oposición escribiese para el Marca, para el New York Times o para una serie
coleccionable acerca de cómo dar un golpe de estado con 17 marroquíes a cuyo
rey se le gratifica luego con una parcela denominada Villa Sahara.
Pero
es que resulta que hablar o escribir sobre deporte, aunque sea como un simple
aficionado, tiene su servidumbre como en toda actividad que se precie
(verbigracia: cualquiera de las bitácoras de Red Liberal), y requiere empaparse
durante una serie de horas a la semana de algunos acontecimientos. Como no me creo
que Rajoy, en las tertulias, diga lo mismo que decía Pujol cuando un tema no le
interese o lo desconozca, “eso no toca hoy”, porque entonces será el hazmerreír
de la clase política, tiendo a creer que no dejará de invertir un tiempo
precioso que restará a su partido, o a España, en aprenderse la lección
deportiva. Y el cargo que ocupa el señor Rajoy, en los tiempos que corren, no
puede eludir la plena dedicación salvo que se quiera presumir de insustancial y
voluble.
Ya
tenemos bastante con un ZP gozoso que asegura dedicar los fines de semana al
completo para disfrutar de su familia, algo que sólo puede surgir de la mente
de un presidente funcionario que obedece a la sección sindical de La Moncloa y
que ha decidido trabajar más bien poco para que no le riña el Comité de Centro.
Porque en sus jornadas de lunes a viernes, horario de oficina hasta que
finaliza el Consejo de ministros, ZP demuestra que se aplica lo justo para que
sólo unos pocos reciban el beneficio de la secta que es este Gobierno. Eso sí,
para mantener la idea de España, tan necesitada de que nos esforcemos por ella,
ZP quizá se proponga pedir algunas jornadas libres de sus quehaceres
talantudos, puesto que ahora ni le dedica tiempo, ni ganas, ni parece que se
motive demasiado en encontrarlas. El asunto le queda tres tallas grandes, con o
sin banderas, y no es cosa de dos tardes sino de un par de narices.
De
modo, amigo de Red Liberal, que bien por ti y por sacar el tema de los
políticos dispuestos a fraccionar sus actividades aquí y allá, difuminando de
ese modo un cargo al que nadie les ha obligado a presentarse. La desastrosa
situación política de nuestra patria, en la que los nacionalistas hablan con
descaro de banderas enemigas, ¡dónde se ha visto!, requiere gente con ímpetu y
con la mayor dedicación posible, a lo Lope de Vega: “En horas veinticuatro
pasaron de las musas al teatro”. En horas 24 (las banderas de España) dejarán
de estar empolvadas y pasarán a presidir los mástiles de las balaustradas, con
perdón.
La
postura de ZP, y quizá la que proyecta Rajoy, se asemeja a la de los amos de
cortijo que sólo visitan la finca en tiempo de la varea de la aceituna,
entiéndase elecciones. Y entre una y otra (varea o elección, tanto da), siempre
tienen a un capataz que les lleva el ganado a abrevar. Entiéndase lo que se
quiera, pero doy una pista: La Vogue exige que se cumpla la ley en la “Diada”.
Ni puñetero caso le han hecho a la señora, ni se lo harán, mientras luzca ese
talante que presume de buscar el diálogo pero que en realidad no es más que
desistimiento de funciones y mirar para otro lado. Siempre a la izquierda,
claro.
Artículo revisado, insertado inicialmente el 11 de septiembre de 2004 en Batiburrillo de Red Liberal
PD:
Rajoy tiene muchas posibilidades de perder las próximas elecciones precisamente
por no haber corrido la banda durante la actual legislatura, al menos no lo
suficiente fuera de la economía. Aún está a tiempo, porque si es capaz de
sacarle 5-6 puntos a Sánchez, un fulano que más que correr la banda se dedica a
colocar gente antisistema en las instituciones —y ya vemos a qué juegan las
Colaus y los Kichis—, entonces podría llegar a gobernar con Ciudadanos. Eso sí,
siempre que Albert Rivera no le exija al PP que sea otro el candidato a
presidir el Gobierno de España.
Ni un punto ni una coma de más ni de menos. Eso es hablar claro.
ResponderEliminarEmilio, muchas gracias por tu anotación. Celebro que el artículo te haya gustado. De hecho, permíteme que te lo diga, siempre he escrito para personas como tú.
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