Círculo verde, al norte prolifera la afición a contemplar las estrellas, de ahí la ausencia de contaminación lumínica. En el sur, simplemente son aficionados a comer a diario. |
Afirmémoslo con una frase
rotunda: ¡Sí, es posible distinguir los límites de la maldad! No hay más que
fijarse en la imagen de cabecera para señalar, dentro del círculo, una
superficie donde se advierten, a día de hoy, las secuelas de ese comunismo que
acarrea a sus espaldas más de 100 millones de muertos en apenas un siglo de
existencia, o sea, 100 millones de personas asesinadas, muchas de ellas previamente torturadas (caso de las checas españolas) a manos de unos tiranos
cuyo único fin, en el que ponen como hipócrita excusa el beneficio del pueblo, ha
consistido siempre en mantenerse en el poder. No importa a qué precio ni
cuántos miembros de ese pueblo se torturen o asesinen. Ya que no nos olvidemos
que hablamos de comunismo, una ideología aberrante y totalitaria que es santo y
seña de un tal Pablo, Pablito, Pablete... de Podemos o, por mejor decir, de "Potemos".
Uno de esos
tiranos falleció hace pocos días. Su nombre no viene al caso; de hecho,
importa tres leches como se llamase. Digámosle Tirano, a secas. Fue en Corea
del Norte y había sucedido al tirano de su padre. De inmediato le sucedió su
hijo el tirano, un monigote caprichoso de quien se dice que no le tiembla la
mano a la hora de cometer todo tipo de tropelías o represalias vengativas. Son
ya, pues, tres generaciones seguidas de tiranos comunistas. ¡Normal! Y lo que te rondaré
morena en la Corea tiranizada, porque a ese desgraciado país no hay quien se
le enfrente al haber dedicado su escasa riqueza a la fabricación de armamento nuclear, mientras
al mismo tiempo no cesa de engordar a los camaradas del Politburó y de
suministrar generosas tajadas de hambre a los no sumisos al Régimen, hasta llevar a
cientos de miles de ellos a la inanición, ¡quizá a millones! Y los que no han
fallecido de puritita hambre, viven en un auténtico infierno. Hablo de
comunismo del bueno, claro. De socialismo real, fin último que todo populista se fija como una meta que desea alcanzar. Ninguna crítica hacia la tiranía coreana sale de la boca de los comunistas españoles. Al contrario, cuando en cierta ocasión se comentó la penuria, la farsante Tania Sánchez llegó a afirmar que: "Un cuarto de la población española puede morir de hambre".
Como refleja la foto de satélite (insisto),
nada de plantas nucleares para iluminar el territorio coreano y luego, si
acaso, aprovechar los residuos para proyectos militares. No, en esa tiranía
del "amado líder" se fue directamente a buscar el uranio enriquecido
con el que rellenar las ojivas atómicas que atemorizasen a sus países vecinos, especialmente
a Corea del Sur y Japón, dos territorios cuyos habitantes son de la misma etnia
pero que, por contra, han preferido enriquecer a sus poblaciones, ofreciéndoles bienestar.
Ha sido así al no haberse enlodado en regímenes perversos y tiranías locales,
entre otras razones porque el sistema político de libertades en Japón y Corea
del Sur lo impuso la potencia administradora de la posguerra: USA, que para mí
es, sin duda y a pesar de sus defectos, el 'reino' de la libertad. Condenados
sean todos los tiranos. Condenado el comunismo. Condenado cualquier proyecto despótico
que lleve por ese camino, se llame Podemos o se llame como se llame. Cuanto más
si se llenan la boca de demagogia al afirman que solamente actúan en nombre del
pueblo, ¡pero sin el pueblo!.
Artículo revisado,
publicado originalmente el 21 de diciembre de 2011 en Batiburrillo de Red Liberal
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