No puedo comprender cómo es posible, salvo que se justifique por
incultura política de los votantes, que una nación de primera fila como la
española otorgue su confianza al calamitoso PSOE, un partido sin ideas, sin
programa, sin líder y compuesto de numerosas capillitas y taifas que funcionan
auspiciadas por intereses locales o personales.
Es verdad que los caladeros de votos del socialismo se encuentran,
sobre todo, en Andalucía y en Cataluña. En el primero de los territorios
gobierna desde hace tantos años, y ha conseguido insertar de tal modo a su
gente en cualquier ámbito de decisión política, que lo raro es que no acabe el
siglo que ahora comienza convertido en un PRI a la mexicana, de hecho llevan ya
ese camino y el pueblo sigue votándoles a pesar de encontrarse a la cola en
casi todos los índices de progreso. En la segunda comunidad, Cataluña, el
socialismo acaba de efectuar su desembarco favorecido por unos votantes que estaban hasta el moño de Pujol y sus muchachos, corrompidos hasta las cejas y
paralizados a babor y a estribor por quienes demostraban mayor radicalidad
ideológica. No en balde, lo de Pujol fue un régimen sustentado en el
personalismo victimista de quien, con mano de hierro, dirigía la coalición.
Estoy convencido de que el ciudadano sólo quiere rectitud en los
políticos y que éstos se comporten como buenos administradores, que roben lo
justo, a poder ser nada, y que no favorezcan a unos en detrimento de otros. En
tal sentido, el de la eficacia, honradez y ecuanimidad, está claro que el
socialismo no nos vale. Alardean los socialistas de progresismo pero el
bienestar general disminuye siempre cuando gobiernan ellos. Dicen que actúan
para el pueblo, pero habitualmente son los mismos los que se enriquecen, como
quedó demostrado tras el rastro de corrupción felipista. Nos aseguran un
reparto adecuado de lo que todos pagamos, mentando la equidad y la justicia, y acabamos
por encontrarnos con regiones a las que se marginan por el simple hecho de
estar gobernadas por los populares, como es el caso de Galicia, Comunidad
Valenciana o Región de Murcia, donde se han paralizado a cuento de nada los
abundantes proyectos que el PP tenía en marcha. Y además con malos modos, con
zafiedad, con desprecio, como el que ofreció la ministra de Fomento al calificar
ese “Plan Galicia de mierda”. Eso sí, se anuncian nuevos impuestos para
favorecer a los titiriteros que les adulan.
En el aspecto de las relaciones externas, el gobierno socialista
hace el ridículo ante nuestros socios europeos, se contradice en temas
importantes como Iraq, Afganistán o norte de África, y ZP se vuelve un siervo
de Francia para no sentirse arrinconado en el ámbito diplomático. España, con
este Gobierno de ahora, ha pasado a ser un país de tercera fila que nos
avergüenza y que es despreciado en la Unión Europea, en toda América y por
parte de nuestro principal enemigo, Marruecos, de quien los norteamericanos
anuncian ya como primer candidato africano a integrarse en la OTAN. Mientras,
ZP nos promete una sustancial mejora de relaciones con el tirano Castro.
Todo esto que escribo viene a cuento de lo que se hace y se vota
en otras naciones que de verdad son modernas y solventes y permanecen ajenas al
bandazo político retrógrado que representa el socialismo. Hablo de Canadá, un
país referente en múltiples aspectos. Allí, las elecciones recientes han
ofrecido este resultado: Liberales, 135 diputados; Conservadores, 96; Bloque
Quevequés, 54; Socialdemócratas, 22.
Si España fuese un estado con la democracia bien arraigada, como es
Canadá, donde el pueblo poseyera cultura política en lugar de adoctrinamiento
sectario, el resultado de las elecciones generales debería ser el siguiente:
Alternancia entre un Partido Liberal y otro Conservador, en este caso el PP,
con dos partidos bisagras, PSOE y nacionalismo catalán de derecha. Luego, como
escaños marginales integrantes de un grupo mixto multicolor, debería haber uno
o dos diputados comunistas, otro par de elementos de Esquerra Republicana y
ocasionalmente algún componente del Bloque Galego o de los nacionalistas
canarios. Y para de contar.
Artículo revisado, insertado inicialmente el 29 de junio de 2004 en Batiburrillo de Red Liberal
PD: Lo que vaya a ocurrir a final de este año 2015, en unas elecciones que por primera vez abrirá la cancha a cuatro partidos
políticos, mantiene la tensión de los que nos gusta el análisis de la etapa
pre-electoral, cuando las encuestas y las especulaciones se enseñorean a diario
de las primeras páginas. Al respecto, solamente apuntaré a lo último que
preferiría: Un gobierno de coalición PSOE-Podemos o viceversa. Ya que de darse tal circunstancia raro sería
si volviésemos a sentir la democracia.
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