Si dejamos al margen el terror y
la violencia, aunque todo puede acabar por llegarles a unos ciudadanos
catalanes que viven polarizados entre el entusiasmo al régimen imperante y la
indolencia propia de los desengañados (se cita una situación del año 2010 que parece comienza a cambiar), ninguna frase más acertada para definir
la situación que se vive en Cataluña que esta de Plutarco: Una
autoridad que se funda en la opresión, es al
mismo tiempo una vergüenza y una injusticia. De régimen
extremadamente opresivo, y por lo tanto de vergonzoso e injusto, podría
calificarse el sistema político que la mayoría de los catalanes refrenda una y
otra vez desde hace más de 35 años. ¡Inconcebible para unas personas que sé de primera mano que aman la
libertad porque los conozco bien!
Cataluña es un
escenario hermético al que por más vueltas que le doy no logro verle una
solución que lleve aparejada la libertad y la democracia, y bien que lo siento
por los afectados, porque juraría que muchos catalanes no son conscientes de
haber caído en una trampa mortal de la que es poco menos que imposible salir
sin que se desate la violencia. Otros dirán que sarna con gusto no pica o que
no hay para tanto… o respuestas similares que traten de minimizar la realidad,
pero esas respuestas no me sirven ni justifican una situación tan absurdamente
liberticida.
Todo cuanto allí sucede me
interesa y al mismo tiempo me hiere y me desespera. Ahora corre la noticia de
que el nuevo Código de Consumo que se está elaborando obligará
a los propios ciudadanos a usar la delación lingüística, vamos que obligará
al vulgar chivatazo. Cataluña convertida en una ‘nación’ de chivatos sería ya
el colmo de régimen opresivo y totalitario, es decir, lo que
ha venido siendo hasta ahora pero mucho más a las claras. Uno se pregunta si el
siguiente paso no será marcar con una estrella roja (color apropiado para el
Tripartito) o azul (si es CiU quien gana las siguientes elecciones) a los
infractores del Código de Consumo, además de sangrarles con todo tipo de
sanciones.
En el citado Código, en su
artículo 311.5, se señala que ‘las personas consumidoras tienen el derecho y el
deber de cooperar, de forma individual o mediante las
organizaciones que las representen, con las administraciones públicas
encargadas de velar por el cumplimiento de la legislación vigente en materia de
protección [¿?] de las personas consumidoras. […] El medio principal
de cooperación es la denuncia’ (¡!). Es decir, que puede darse el
caso de una señora que con su carrito se dirige al mercado y pasa cada día por
la puerta de una tienda de colchones en cuyo letrero no pone ‘Matalassos’, lo
que en estricto cumplimiento de la ley daría lugar a que esa señora, de toparse
con un inspector lingüístico enfervorizado (el fervor no parece ajeno a la hora
de acceder al cuerpo) fuese parada, identificada y sancionada por no haber
cumplido con su obligación de denunciar al colchonero. El ejemplo es realmente
demagógico, lo reconozco, si bien perfectamente creíble a tenor de la nueva
vuelta de tuerca que preparan los nazis (nacionalistas y socialistas) del Tripartito.
Aún está por verse, después de
que estos totalitarios elaboren el reglamento sancionador, si la multa que le
pondrán a la señora será o no superior al importe necesario para llenar el
carrito de alimentos. Y eso en el supuesto de que pueda atenderla cuando le
llegue y no sobrepase el período de liquidación, lo que supondría que acabase
pagándola con recargo o bien que le embargaran la cuenta del banco donde le
llega la pensión de viudedad. Otra frase de nuestros clásicos sería adecuada al
caso: La injusticia, siempre mala, es horrible ejercida contra un
desdichado. Me temo que en Cataluña el número de desdichados irá
en aumento, especialmente mientras algunos de sus personajes más fanatizados
insistan en eslóganes como este: ‘El
anticatalanismo es una obsesión de la españolidad’. ¡Santo Dios, cómo es
posible que en Cataluña no se produzca una rebelión en las urnas ante tanta
afrenta a la razón y a la libertad de sus habitantes! Bueno, añado hoy (11-12-2015), tal vez la rebelión hacia la libertad ya ha comenzado y Ciudadanos la encabeza.
Artículo revisado, insertado el
20 de febrero de 2010 en Batiburrillo de Red Liberal
Ellos acusan al franquismo de obligarles a hablar en español. No era cierto, era obligatorio el idioma común para lo oficial y alguna cosa más. Pero recuerdo que la Vanguardia publicaba las esquelas en catalán, por ejemplo.
ResponderEliminarSegún ellos, esa obligación hizo que el catalán perviviera en la clandestinidad y resurgiera con fuerza cuando se alcanzaron las "libertades".
Digo yo9 que podrían haber tomado nota y no hacer el tonto, porque lo que han conseguido es que la gente utilice el español en la clandestinidad y odie al catalán.
Pues que sigan.
Pacococo
De acuerdo casi al 100%. Y sobre todo no olvidemos que no es lo mismo una dictadura, por suave que sea, que lo que que se supone es una democracia. Claro que en Cataluña solo puede suponerse, porque la democracia no es real en absoluto.
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