Los periodistas de izquierdas,
los nacionalistas
y los apesebrados
son capaces de asegurar sin soltarse el pelo que el debate de ayer (17 de
febrero de 2010) lo ganó Durán i Lleida, cuya paradójica y más sobresaliente propuesta
fue impulsar un pacto de Estado sin creer ni ‘mijita’ en el Estado, que viene a
ser como si un fulano se encomendara a Dios desde el más absoluto de los
ateísmos; eso sí, hay quien lo hace con una resignación envidiable, caso de Durán,
y a condición de recibir en su propio templo autonómico, único que reconoce,
unas cuantas raciones del más jugoso maná, sobre cuyo origen no se molestará en
preguntarse si es o no divino. Vamos, procedente de ese Estado que detesta.
Y eso es así,
me refiero a la chocante postura de esta casta de paniaguados de la información
que padecemos, con
tal de no adjudicarle la victoria dialéctica a Mariano Rajoy, un político
del que no me gusta casi nada de lo que dice o hace, pero al que debe
reconocérsele que aún dispone de ese sentido de la realidad (en lo económico)
que Zapatero, visto su rumbo de colisión, jamás ha alcanzado ni alcanzará en
cualquier faceta de la vida pública. Faceta en la que si se incluye algún
aspecto moral, entonces la colisión puede darse por garantizada.
Tiene guasa que luego hablemos
de la clase política, a la que de entrada se le adjudica lo muy desastrosa que
es para la Nación española, ¡pues anda que la clase periodística, tan
cooperadora necesaria del régimen esperpéntico en el que vivimos! Definitivamente
no es el deseo de informar con solvencia o neutralidad lo que mueve a unos
cuantos periodistas españoles, sino su instinto de alcanzar la ración de pienso
diaria o su afán de hacer méritos ante un determinado partido político por si
suena la flauta y se le incluye en las listas electorales, lo que equivaldría a
alcanzar un puesto bien remunerado y casi de por vida, incluida la pensión.
Pero si hay un diario que riza
el rizo del absurdo a la hora de valorar el debate de ayer, permitiéndose incluso
realzar su postura mediante todo un elenco de columnistas, este no es otro que
el pesebre de lujo en el que se ha convertido La Vanguardia, un medio que
sobrevive gracias a las opulentas subvenciones que recibe de la Generalidad
catalana, donde además, respecto a la prensa, se mira para otro lado en el tema
de un idioma ‘propio’ que imponen por doquier. Porque esa es la clave, Godó se
han convertido en un lacayo del nacionalismo para que no le obliguen a sacar La
Vanguardia solamente en catalán o, simplemente, deba cerrarla. Pues bien, de
esa ganadería de columnistas del diario del señor conde surgen hoy 6 cabestros
6, cuyos artículos, supuestamente argumentados (juraría que ninguno ha visto el
debate), resumen de este modo la puntuación de lo que ocurrió en el Congreso: Zapero 3.8, Rajoy 3.6 y Durán
6.6. ¡Madre del amor hermoso!
Pero si hay alguien que destaca
de entre esa media docena de mercenarios, cuya honradez profesional anda en
proporción inversa a su alto grado de sectarismo o al mucho interés en escribir
para agradar al que paga, no es otra que Pilar Rahola, que o bien utiliza el
cachondeo más acentuado a la hora de puntuar el debate (cachondeo que no es
posible adjudicarle a una señora que se toma a sí misma tan en serio) o, tal
vez, su nacionalismo estropajoso y su deseo de complacer a quien ya ve de nuevo
en el poder (Artur Mas, de CiU) le impiden contemplar un palmo más allá de sus
pies. Tomen nota los que aún conserven alguna esperanza de que Rahola se redima
al margen de su postura en el conflicto de Oriente Medio. He aquí su
puntuación: Zapatero 0, Rajoy 0, Durán 8.
Una anotación de la que dejo aquí constancia pero que fue retirada del artículo a las pocas horas de su aparición.
Creo que está todo dicho, el
periodismo se encuentra cada vez más estabulado en lo ideológico o en lo
crematístico, dos ‘cualidades’ que se dan de bruces contra cualquier síntoma de
profesionalidad y que convierten en sayones a cuantos ejercen de tal modo,
reforzando, de paso, a los rompepatrias y a los manirrotos, circunstancias
ambas que confluyen al mismo tiempo en Zapatero. Al ritmo que vamos, es
evidente que la imagen de cabecera representará algún día a toda una promoción
de periodistas.
Artículo revisado, insertado el
18 de febrero de 2010 en Batiburrillo de Red Liberal
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