martes, 5 de febrero de 2019

Dos nuevos síntomas de la debacle izquierdista en Iberoamérica


Las izquierdas de todos los colores, pongamos desde el morado claro al rojo intenso, acostumbran a caer como consecuencia del hambre y la desesperanza que provocan en la población. Circunstancias que no afectan a la casta dirigente, ya que invariablemente acaba convertida en un régimen opresivo, tiránico y pantagruélico, puesto que no hay más ver a Maduro para cerciorarse uno de lo bien que se alimenta el muchacho.

Ocurre así, y vuelvo al tema de la hambruna, como efecto de la falta de capacidad que posee la izquierda (anulada por una codicia que le lleva al latrocinio) para gestionar la riqueza del país que controla. En Iberoamérica (un término que utilizo porque incluye a Brasil), la izquierda ha gobernado durante muchos años y en casi todo el continente. Eso sí, con el “brillante” resultado de haber mantenido a sus habitantes cercanos al tercer mundo, o incluso el cuarto, como sería el caso de Haití.

Estos días se han producido dos noticias no muy resaltadas en la prensa, y es lógico, porque en Sudamérica todo gira en torno al drama de Venezuela y el seguimiento, hora a hora, de la maravillosa aventura de recobrar la libertad, con lo que el término conlleva respecto al bienestar de la población: trabajo, alimentos, medicinas, etc.

La primera de esas noticias es el triunfo del derechista Nayib Bukele en la República de El Salvador, un país de 7,5 millones de habitantes. Se trata de un empresario de 37 años que el domingo derrotó en las urnas al partido Arena y, sobre todo, al izquierdista Frente Farabundo Martí de Liberación, que venía ejerciendo el poder desde el año 2009 y apoyaba plenamente al tirano Maduro.

La segunda referencia interesante, y bastante inédita, es el abucheo proferido contra el monigote castrista, Díaz-Canel, cuando quiso visitar el pueblo cubano de Regla, cercano a la capital y damnificado por un tornado hace algo más de una semana. Tanto el títere Canel como su comitiva tuvieron que salir por piernas de la población, gran parte de cuyos habitantes, unos 45.000, se despacharon a gusto contra el alto cargo del régimen comunista. Los del municipio de Regla tenían razones más que suficientes para las protestas: La ayuda del Gobierno tardó demasiado en llegar y, ¡pásmense!, al final les quiso cobrar los alimentos de una supuesta ayuda humanitaria.

No sé si ese intento de cobro fue ordenado por Canel, testaferro de una longeva tiranía cubana que acaba de cumplir 60 años, ¡que así de miserable se vive en Cuba!, lo que sí sé es que si hubiera ignorado el intento de abuso al hacer pagar por la comida, entonces aún sería peor, ya que demostraría que no controla nada trascendental del Gobierno y que Canel no pasa de un simple guiñol de los que llevan décadas viviendo a cuerpo de rey. Y así es el comunismo, amigos de Batiburrillo, imperturbable hasta que comienza la primera protesta seria, que la reprimen tan atrozmente como haga falta o, ojalá suceda, que supone el inicio del fin de otra tiranía.

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