El socialismo de hoy, ala radical
del artificio descarado y antidemocrático (solamente superado por sus socios catanazis), al no respetar norma alguna necesita mantener engañados a sus
votantes para seguir vivo y alcanzar los ciento y pico de diputados, única opción
que le queda a Sánchez para renovar el poder mediante la reedición del gobierno
Frankenstein, cuya línea ideológica hemos visto que ha sido algo así como un “todos
contra España”.
Ahora se anuncia que Sánchez
quiere aprobar por decreto una serie de medidas que supondrán el desembolso de
miles y miles de millones de euros. Además pretende hacerlo, ¡pásmense!, semana
tras semana, hasta el último momento y en plena campaña electoral, a la que desvergonzadamente
dio comienzo el día que informó en rueda de prensa-mitin de la fecha de
las elecciones. Eso sí, para asuntos de lo más corriente, usará la Diputación
Permanente del Congreso, dispuesta al efecto para asuntos de extrema urgencia.
Claro que, pensándolo bien, ¿qué puede haber más urgente para Sánchez que
mantener su poltrona?
Por si fuese poco, ese enorme
gasto que se anuncia no son medidas temporales, sino que originarán un desembolso continuado al Gobierno que le suceda, y a los siguientes. Así, entre
otros muchos, vemos una macro oferta pública de empleo que se ultima con los
sindicatos afines, la cual pretende ampliar la dotación de personal público en
unas 30.000 plazas. También ese proyecto denominado “Plan climático”, que se quiere mantener en vigor hasta 2030 y que supondrá otra inversión pública de 47.000
millones. Y así, un disparate tras otro hasta superar en varias docenas el
cúmulo de barbaridades. Por supuesto, el sanchismo piensa publicitar cada nueva
medida con la trompetería a todo volumen, ya que van destinadas a cuantos ilusos-desinformados
votantes de izquierda creyeron en su momento que “el dinero público no es de
nadie”.
En tal sentido, el político que
mejor ha definido la actitud derrochadora y marrullera de Sánchez ha sido el popular
Pablo Casado, que lo define como el que invita a una ronda en el bar y luego se
va por la puerta de atrás sin pagar. En resumidas cuentas, está claro que Sánchez
nunca le ha hecho ascos, ni le hará, a sustituir la eficacia y la conducta razonable
por el derroche y la superchería, tal y como apunta el título.
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