Las izquierdas de todos los
colores, pongamos desde el morado claro al rojo intenso, acostumbran a caer como
consecuencia del hambre y la desesperanza que provocan en la población.
Circunstancias que no afectan a la casta dirigente, ya que invariablemente
acaba convertida en un régimen opresivo, tiránico y pantagruélico, puesto que
no hay más ver a Maduro para cerciorarse uno de lo bien que se alimenta el
muchacho.
Ocurre así, y vuelvo al tema de
la hambruna, como efecto de la falta de capacidad que posee la izquierda (anulada
por una codicia que le lleva al latrocinio) para gestionar la riqueza del país
que controla. En Iberoamérica (un término que utilizo porque incluye a Brasil),
la izquierda ha gobernado durante muchos años y en casi todo el continente. Eso
sí, con el “brillante” resultado de haber mantenido a sus habitantes cercanos
al tercer mundo, o incluso el cuarto, como sería el caso de Haití.
Estos días se han producido dos
noticias no muy resaltadas en la prensa, y es lógico, porque en Sudamérica todo gira en torno al drama de Venezuela y el seguimiento, hora a hora, de la
maravillosa aventura de recobrar la libertad, con lo que el término
conlleva respecto al bienestar de la población: trabajo, alimentos, medicinas,
etc.
La primera de esas noticias es el
triunfo del derechista Nayib Bukele en la República de El Salvador, un país de
7,5 millones de habitantes. Se trata de un empresario de 37 años que el domingo
derrotó en las urnas al partido Arena y, sobre todo, al izquierdista Frente
Farabundo Martí de Liberación, que venía ejerciendo el poder desde el año 2009
y apoyaba plenamente al tirano Maduro.
La segunda referencia
interesante, y bastante inédita, es el abucheo proferido contra el monigote castrista,
Díaz-Canel, cuando quiso visitar el pueblo cubano de Regla, cercano a la capital y damnificado por un tornado hace algo más de una semana. Tanto el títere Canel
como su comitiva tuvieron que salir por piernas de la población, gran parte de
cuyos habitantes, unos 45.000, se despacharon a gusto contra el alto cargo del
régimen comunista. Los del municipio de Regla tenían razones más que
suficientes para las protestas: La ayuda del Gobierno tardó demasiado en llegar
y, ¡pásmense!, al final les quiso cobrar los alimentos de una supuesta ayuda
humanitaria.
No sé si ese intento de cobro fue
ordenado por Canel, testaferro de una longeva tiranía cubana que acaba de
cumplir 60 años, ¡que así de miserable se vive en Cuba!, lo que sí sé es que si
hubiera ignorado el intento de abuso al hacer pagar por la comida, entonces aún
sería peor, ya que demostraría que no controla nada trascendental del Gobierno
y que Canel no pasa de un simple guiñol de los que llevan décadas viviendo a
cuerpo de rey. Y así es el comunismo, amigos de Batiburrillo, imperturbable hasta que
comienza la primera protesta seria, que la reprimen tan atrozmente como haga
falta o, ojalá suceda, que supone el inicio del fin de otra tiranía.
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