Lo que solo debería de haber sido
el anuncio institucional de una fecha para las próximas elecciones generales, al
palmar en la aprobación de los presupuestos, Pedro Sánchez lo ha convertido en
un acto de pegada de carteles electorales (y lo que durará con todos los
sanchistas frenéticos en campaña), seguido de un desvergonzado mitin político
plagado de mentiras verduleras; vamos, de las que se notan mucho a menos que
uno sea creyente convencido de este socialismo de garrafa. ¡Farsante!
Si se usara un término
aeronáutico, como podría ser el de rizar el rizo o efectuar un bucle (nada
extraño si hablamos de Falconetti), sería de lo más apropiado para describir cómo
este fulano ha insistido una y otra vez, en cada una de las preguntas de los
periodistas, en practicar un burdo “reparto de octavillas” de propaganda, tal
vez reservadas a sus “seguidores” antes de la desbandada, puesto que el pájaro en
cuestión ha reiterado en bucle, siempre alejado de la verdad (como cuando
asegura que ha mejorado la economía y el empleo), lo mucho y bueno que el Gobierno
ha realizado en sus meses de permanencia en el poder. ¡Farsante!
Eso sí, como complemento a cada
una de sus frases propagandísticas, ha insistido en que aún podría haber hecho mucho
más en beneficio de todos, pero que el bloqueo de la derecha no lo ha
permitido. Es decir, todo lo realizado por “mi persona” (este tipejo habla así)
ha sido muy bueno; todo lo que “No” se ha podido aprobar, que era excelente, es
culpa de la derecha. ¡Farsante!
En resumen: puesto que a menudo ha
permanecido a treinta mil pies de altitud, no es de extrañar que Sánchez sea incapaz de
ver la realidad a ras del suelo, de ahí que se la invente, la tergiverse, le dé
la vuelta o, simplemente, la convierta en una patraña continuada, que es lo que
hoy se ha visto en su primer mitin de campaña. ¡Farsante!
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