martes, 19 de febrero de 2019

Si hay que votar, se vota. Pero… ¿a quién? (2 de 3)


Para elegir mi voto, de entrada descarto a Ciudadanos, que es un partido con 12 años de vida, lo que sin duda da tiempo para meditar largo y tendido. No ha sido el caso, la imagen que ofrece ahora Ciudadanos es la de no ser conscientes ni ellos mismos de lo que son (nacieron con unas ideas mucho más claras y les apoyé a tope en tiempos de ZP y Rajoy) e incluso, lo que es aún peor, ignoran lo que quieren ser de mayores, salvo que el poder tienta mucho (que se lo pregunten al “adoptado” Manuel Valls, un sujeto al que creo capaz de pactar con el PSC, el peor socialismo posible) y en consecuencia entienden que ese poder pueda lograrse tanto a babor como a estribor, o sea, a ambos lados de esa centralidad presuntuosa que practican. Sí, ya sé que ayer dijeron que no pactarán con Sánchez ni con el PSOE, pero solo para las generales. ¡Anda que no hay ocasiones de pactar con ellos en todo lo demás! ¡Lagarto, lagarto!

Por otra parte, al no haber querido formar una coalición de gobierno con ningún partido de los que han venido apoyando en sus tres legislaturas de existencia (salvo ahora en Andalucía), Ciudadanos posee una virginidad absoluta en el manejo de la administración. Esa ha sido la causa, precisamente, de que Juan Marín haya colocado una decena de altos cargos socialistas en sus consejerías andaluzas, lo que demuestra que no ha encontrado el “personal” con la preparación necesaria entre los suyos (¿tampoco entre los del PP, su socio de gobierno? Así, pues, está claro que Ciudadanos carece de cuadros políticos profesionalizados como consecuencia de haber querido mantenerse anclado en esa pureza inmaculada (repitámoslo) en la que, si nada se hace, es improbable que se corrompan y luego se les acuse de prevaricadores. O sea, han jugado a no hacer nada, como Rajoy.

También descarto mi voto para VOX, de momento. De acuerdo en que es un partido que llena recintos y entusiasma en sus mítines, donde suelta verdades como puños, pero no le veo capaz de cumplir sus promesas más campanudas, como podría ser la eliminación de las comunidades autónomas y una nueva centralización administrativa de España. Para eso hacen falta dos tercios de los diputados y luego un referéndum. Sí, sé que es algo que afirman en su programa de máximos, pero digo yo que habrá que ir comiendo hasta que llegue el festín. Y ese comer a diario solamente se materializa con unas ideas más a ras de suelo. O incluso a ras de juzgado, faceta de VOX que en verdad me atrae bastante y es un método no digo de acabar, porque es casi imposible, pero sí al menos de mantener a raya a los mugrientos golpistas.

Además destacaría como muy aceptable la posición patriótica de VOX. Ojalá fuese común a todos los partidos de ámbito nacional. ¡Ah!, y finalmente quiero añadir que en VOX se da la misma situación que en Ciudadanos: Carece por completo de cuadros con los que administrar los ministerios, consejerías o departamentos varios que pudieran corresponderle en una posible coalición de gobierno, de ahí que en VOX deban hacerse a la idea, como apunté en otro artículo, de actuar con pie firme pero a la velocidad de la mancha de aceite. No sea que les suceda como hace poco en Canarias, que se les inunde el partido de arribistas sin escrúpulos y den cobijo a más de un delincuente. 

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