miércoles, 13 de febrero de 2019

“La voluntad de la gente por delante de la ley”



La frase del título, 100% totalitaria, la ha pronunciado Torra y la ha disfrazado de democracia para justificar la rebelión nacionalista que acabó en un triple golpe de Estado: 1. Contra el Parlamento de Cataluña y la propia Generalitat, que forman parte de las instituciones del Estado. 2. Al alterar por las buenas el Estatut catalán, para cuya reforma se precisan dos tercios de los diputados autonómicos. 3. Contra la unidad de España (fijada en la Constitución), puesto que declararon (y firmaron) un documento que proclamaba la República catalana, independiente a todos los efectos.


Para que se dé la democracia en un territorio, sea el que sea, lo primero que se precisa es que los ciudadanos cumplan la ley, muy especialmente los miembros de las instituciones de ese territorio. Si no gusta la ley, que trate de reformarse mediante el procedimiento que la propia ley prevé. Pero sí, como excusa dictatorial, se pone la voluntad de la gente por encima de la ley, que es lo que ha sucedido en Cataluña desde la Transición para acá, entonces está claro que no existe la democracia.

Por otra parte, cuando se habla de la voluntad de la gente, ¿a qué gente se refiere Torra? Si descartamos por ilegales y engañosos los dos últimos referéndums, la única consulta legal que se conoce en Cataluña es la que decidió sobre la reforma del Estatuto en vigor (año 2006), que arrojó una participación inferior al 50% sobre el censo y que fue aprobado por un exiguo 36% de los catalanes con derecho a voto, lo que en cualquier país realmente democrático hubiera supuesto el rechazo del nuevo Estatuto.

De donde se deduce que la deriva secesionista, después de más de 30 años de adoctrinamiento, jamás ha convencido a la mayoría de la población catalana y si el actual Govern se formó con partidos nacionalistas, al contar con dos o tres diputados más que la Oposición (favorecidos por una ley electoral que prima a unas provincias sobre otras), desde luego lo que en ningún caso poseía era la mayoría de los votos populares; es decir, lo que Torra denomina “la gente”. Así, pues, quienes incumplen las leyes y apelan con falsedades a “la gente”, en realidad no son más que unos viles golpistas que merecen acabar en prisión, Torra incluido.

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