jueves, 21 de febrero de 2019

Los nacionalistas, macarras suspicaces


En el antiguo Batiburrillo, de la añorada Red Liberal, entre los años 2004 y 2012 se insertaron infinidad de artículos acerca del nacionalismo. En cuanto supe que Red Liberal iba a desaparecer (en realidad comencé antes puesto que Batiburrillo hacía tiempo que era ilegible a causa del deterioro en su plantilla de edición), me afané como un loco durante 13 meses y logré rescatar una selección de 3.723 artículos y vídeos que hoy, como legado de un blog que llegó a contar con más de una docena de colaboradores de primera fila y más de tres millones de visitas, se inserta en Blogger y está a disposición de cuantos quieran curiosear en sus páginas.


En la citada selección, se pueden encontrar 233 artículos dedicados al nacionalismo y otros 488 artículos que tratan sobre el mismo tema, pero en su variedad más radical, la que promueve el separatismo. Valga todo lo anterior para argumentar que en Batiburrillo teníamos muy tratado el tema del nacionalismo y además lo hicimos desde todas las vertientes posibles, incluso intentando ponernos en el pellejo del adicto a semejante delirio. Lo cual hoy en día es fácil de constatar (me refiero al delirio) si se escuchan las declaraciones de los golpistas en el juicio del Supremo, donde los acusados apelan a cualquier cosa para declararse inocentes e incluso se convierten en víctimas políticas al alegar que se limitaron a seguir el mandato del pueblo. Vamos, que al ser una revolución de abajo arriba, dicen ellos, en realidad el intento de golpe de Estado lo dio el pueblo. ¡Hay que ser un auténtico desahogado para aportar semejante fantasía!

Ahora bien, hay una faceta poco tratada respecto a los nacionalistas: el deseo angustioso de que encima los quieran y los admiren. No he descubierto aún a ningún nacionalista catalán, y conozco en persona a unos cuantos de ellos, que no se ponga como una pantera a la menor crítica que le hagas acerca de su postura política. Críticas que son difíciles de evitar porque el nacionalismo, desde un punto de vista ético, está plagado de lacras. Por el contrario, el nacionalista catalán se licúa en cuanto percibe el menor halago. No digamos nada si durante un rato se le da coba fina, buscando su reacción, y uno profundiza en lo maravilloso de cuanto ha sucedido en esa Cataluña que jamás existió y que la mayoría de ellos ha mamado, dándola por cierta, desde bien pequeñitos en la enseñanza. Por resumirlo en una simple frase: Los nacionalistas son como macarras suspicaces, que se irritan ante cualquier alusión a su desleal actividad y a los que solamente les interesa el “negoci” que supone el separatismo, del que muchos de ellos viven porque consideran que tienen derecho a ello.

Nota: Que quede claro que en todo momento me he referido al nacionalismo, no a la inmensa mayoría de los catalanes, que son unas personas admirables por infinidad de razones, entre otras por el simple hecho de resistir a tanta opresión como están sometidos.

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