En efecto, Sánchez procede a
menudo como un tipo nada fiable. Y lo prueba el hecho, entre otros muchos, de
que incluso los golpistas catalanes, maestros en toda clase de felonías e
intrigas a lo largo de los siglos (quién no conoce la etapa de Pau Claris), no
se fían de un sujeto al que ven ya con pie y medio fuera de La Moncloa. De modo
que esperan hacerse con un relato (de ahí lo de “relator”) que luego tratarán
de vender a su insaciable parroquia cuando les caiga el nuevo 155, que
esperemos sea duro, prolongado y desinfectante a más no poder. ¡Caray!, he
estado a punto de escribir “desinsectante”, lo cual tampoco encaja nada mal
puesto que describe a la perfección lo que es una auténtica plaga de bichos o sabandijas,
con una de su madrigueras en la TV3.
Da la impresión de que los
golpistas quieran convertir el relato, cuya versión para ellos será tan
incuestionable como la catalanidad de Santa Teresa o de Hernán Cortés, en una
especie de visado de libre tránsito destinado a la integridad de sus propios pellejos. No sea que
Torra, el gentuza en jefe de los no fugados, pongamos por caso, cuando sea un
puto ciudadano de a pie como consecuencia del 155, acabe un día rodeado por una
manada de CDRs en rebeldía (se sabe que son anarquistas) y reciba su merecido
por no haber logrado el fin último del “Procés”: Establecer la soñada
independencia de la República (tiranía) catalana.
Pues sí, reconozco que he ido
improvisando según escribía (me pasa con frecuencia), si bien ahora que releo
las bobadas que he escrito no las encuentro tan bobas y llego a la conclusión
de que lograr el ansiado “Salvoconducto”
anti radicales descontentos es la finalidad vital (nunca mejor dicho) de esa
jauría de golpistas cuyo fin no es otro, por supuesto, que el de evitar que
los muelan a golpes. ¡Hombre, eso está bien: golpistas golpeados! ¿No os parece
que el asunto encierra cierta justicia poética? Si alguna vez se diera
semejante caso en Cataluña, visto el grado de locura que acomete a unos
radicales adoctrinados durante más de 30 años, sería tal la expectación
levantada en un posible juicio posterior que, como dicen allí: “hauria com per
llogar cadires” (habría como para alquilar sillas).
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