Como no podía ser de
otro modo, el recientemente fallecido Santiago Carrillo tendrá su calle, plaza,
avenida o lo que diablos sea en Madrid, uniéndose así el nombre del antiguo
dirigente comunista a demócratas
héroes izquierdistas como Largo Caballero o Dolores Ibárruri que, exentos del
parcial y revanchista cedazo de la memoria
histórica de buenos y malos, son
honrados a lo largo y ancho de los callejeros de este país.
Y digo que no podía ser
de otro modo porque en el Ayuntamiento de Madrid cada uno de los partidos
políticos responsables de esta distinción ha cumplido a la perfección con el
papel previamente adjudicado: PSOE e IU a favor del reconocimiento al antiguo y
sumiso siervo del tirano Stalin y los concejales del PP, partido instalado en
el permanente complejo y la perenne ambigüedad, absteniéndose o ausentándose de la votación, no vaya a ser que los expendedores de carnets de
demócratas los tachen de fachas, franquistas y/o fascistas malos.
Así, a bote pronto, se
me ocurren varias razones por las que homenajear al fallecido Carrillo es un
absoluto despropósito, deudor tan solo de sombrías motivaciones partidistas que
nada tienen que ver con los méritos –deméritos en este caso– que avalan al
personaje. Paso a enumerar las razones por las que considero que Carrillo no es
digno de tal distinción:
1- Por sus conocidas y
reconocidas convicciones antidemocráticas y antiliberales, que le inhabilitan para que se dé su nombre a
una calle a modo de homenaje a su trayectoria política.
2- Por su participación
en la intentona revolucionaria de 1934, planteada como una guerra civil –hay
quien habla, creo que acertadamente, de la primera batalla de la Guerra Civil–
y cuyo éxito hubiese supuesto la instauración en España de la dictadura del
proletariado.
3- Por su implicación
en la cobarde represión de retaguardia: las manos de Carrillo están manchadas
de sangre. Y no sólo la de sus naturales
enemigos de clase, pues el afán exterminador de Carrillo fue padecido en
propias carnes por no pocos de sus camaradas antifascistas.
4- Por su abyecta
sumisión al sanguinario Stalin y su prolongada amistad con los tiranos
comunistas. Y no está de más recordar que entre agosto de 1939 y junio de 1941
fue Carrillo, en virtud del pacto Ribbentrop-Molotov, aliado de Hitler.
5- Porque su tan
publicitada contribución a la Transición no pasó de un hacer de la necesidad
virtud. La verdadera fuerza de los comunistas y su capacidad para influir en el
curso de los acontecimientos era, afortunadamente, mucho menor de la
publicitada por el propio Carrillo.
6- Porque, en
definitiva, es Carrillo figura negativamente destacada de un período de la
historia de España del que pocos motivos tenemos para estar orgullosos los
españoles y que ochenta años después sigue siendo motivo de enfrentamiento.
Y con respecto al vergonzoso
comportamiento de los concejales del PP, diré que ilustra a la perfección el
funcionamiento de la llamada derecha en particular y de los partidos políticos
en general. Por un lado, los concejales abstencionistas del PP representan
perfectamente a la derecha acomplejada, ignorante y menesterosa que malvive
mendigando certificados de pureza de sangre democrática a quienes menos títulos
ostentan para emitirlos. Por otra parte, los acomodaticios concejales del PP
–qué mal tienen que saber algunas lentejas– que se han retirado de la votación
dejan constancia de la casa de putas que son los partidos políticos, antítesis
de la democracia, en los que la discrepancia no es tolerada y quien ose salirse
de las pautas señaladas por la dirección sabe que se está jugando el pan de
cada día. El partido está por encima de todo y de todos.
Desde luego, el ejemplo
que nos han dado los concejales del PP, con la inestimable participación de
PSOE e IU, en este lamentable asunto del homenaje al totalitario Carrillo es
impagable para hacernos una meridiana idea de la mierda de representantes
políticos que tenemos en este país. Probablemente los que nos merecemos. Escrito
queda.
Bien dicho, escrito queda para vergüenza de quienes proponen ponerle una calle a un genocida y quienes se marchan del pleno porque no tienes cojones de votar en contra.
ResponderEliminarY así nos luce el pelo, encajonados entre unos que no tienen vergüenza y están siempre del lado de los totalitarios y los otros que, si la tienen, lo disimulan muy bien. ¡Qué inmoralidad!
ResponderEliminarLa conducta de esos concejales absentistas y abstencionistas, además de suponer un vergonzoso escarnio para los familiares de los miles de asesinados bajo la batuta del héroe de Paracuellos, representa una ofensa a todos aquellos que les hemos prestado nuestro voto con el fin de que lo apliquen con un mínimo de dignidad y decoro en su quehacer diario.
ResponderEliminarUsted lo ha dicho: no han tenido ni decoro ni dignidad.
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